La ciudad fue escrita en 1966 en Uruguay, o sea antes del golpe de Estado, pero en una época turbulenta. hace ya medio siglo cuando Levrero tenía 26 años. Fue la primera novela que logró publicar, después de tener logrado una mención en un concurso del seminario Marcha. Forma forma parte de la trilogía involuntaria (junto a El lugar y París) aunque no sé si se lee como primera parte o no, dado as diferencias de data entre escritura y publicación.
La ciudad es una lectura fácil, corto y linear, sin saltos en el tiempo, pero igual que El lugar es kafkiano, laberíntico y no siempre obedece a las leyes de la lógica. También aquí nos guiamos por un narrador en primera persona, que no sabe donde está y solo quiere irse, pero mientras tanto le acontecen cosas raras que quizás parecen mas propios de una búsqueda dentro del imaginario personal inhóspito, mas que en el mundo real, aunque Levrero diría que no hay forma de pensar estos dos separados. De noche y con lluvia encuentra una casa abandonada, muy húmeda en la que piensa refugiarse, solo hacia falta ordenar las cosas, adaptar el caos al propio gusto para sentirse en casa. Sale al almacén que recuerda ubicado no lejos, pero se pierde en el camino de tierra y empapadado como está aprovecha el único vehículo que cruza su camino para pedir que lo lleven. Así llega a la ciudad, que en realidad es un pueblo, pero por dentro se revela siempre más grande y compleja de que por fuera. En el camión viajaba también una mujer, Ana, que como todo ahí es muy contradictoria, le excita y repulsa al mismo tiempo. Es recibido muy bien por un empleado de una estación de servicio, igual que en El lugar, todos parecen querer que él se quede, le ofrecen todas las comodidades, pero los libros y los mapas están escritos en otro idioma incomprensible y el protagonista sin nombre, solo quiere irse, o buscar a Ana, pero más que Ana quiere irse. Se ve impulsado también por sus necesidades básicas, solo quiere fumar, comer chocolate, abrigarse. Se encuentra con pruebas, trampas y desafíos, pero nunca sabe si la gente le trata bien o mal, intencionadamente.
En el universo levreriano se mezclan la alienación opresiva con el humor, los paisajes que se atraviesan son desoladísimos, pero presentan detalles curiosos, por ejemplo hay muchos personajes que toman mate, pero no se encuentra nada (carteles, libros) en español, excepto la Biblia. Va visitando los comercios de la aldea donde se encuentra con curiosos
personajes que, por ejemplo, juegan como niños en vez de atenderle, le prohíben fumar y en seguida encuentra colillas de cigarros en el mismo sitio. El protagonista se ríe de sus conflictos interiores, sabe que es en vano que se preocupa constantemente por lo imprevisto. Sabe que la tristeza es normal, pero la angustia no. Prefiere pensar que las cosas tienen algún sentido y intenta seguir adelante, irse "a casa", pero su voluntad es contrariada por los personajes que obedecen a reglas sin sentido claro, le hablan también de la existencia de una Empresa y un Reglamento muy importantes y hasta le ofrecen trabajo. Como referencias "reales" aparecen Montevideo y Argentina, mas esta "ciudad" levreriana no tiene conexión clara con os espacios que conocemos.
Por lo que leo y que creo poder comprobar, Felisberto Hernandes y Onetti son influencias patentes y Cortázar y Lewis Carol no son del todo inocente. La ominosa Empresa es lo que sobre todo me acuerda al astillero. Leí (Montoya Juárez) que se le vincula al mundo visual de Paul Klee y De Chirico, mas tarde surrealismo.
Me gustó mucho y me pongo ya a leer el tercero.
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