Para que yo gaste el precio de una novela nueva tiene que pasar algo especial. Deben de haber pasado años que no hago eso. Pero Afonso Reis Cabral es dueño de mi confianza ciega. Creo que pagaría por cualquier cosa escrita por él (o casi). Me lo compré a mí para Navidad ni bien supe de su existencia.
La novela tiene temática policial, en el sentido de que intenta comprender como unos jóvenes se tornaron culpables de un crimen, narrado desde perspectiva de uno de ellos con el truco narrativo de una nota antepuesta en la que el autor explica que reconstruyó la historia a partir de los apuntes que Rafa le entregó y que podemos tomar como real o ficcional, lo mismo da. Los hechos básicos que se narran - la muerte de un travesti por las manos de un grupo de niños en un edificio en ruinas en el centro del Porto- transcurrieron en realidad, en invierno de 2006, solo que no se sabe bien como se llegó a este punto ni como podría ser el punto de vista de los participantes, podemos decir que se trata de docu-ficción.
En comparación con el anterior, este libro me parece más seco, no necesariamente frío, pero más light (apesar del tema pesada) que O meu irmão. Es muy lírico, también, pero menos apurado, fluye menos, para mi gusto le falta madurar al libro, quizás el autor debería dejarlo un tiempo largo y después afinarlo, pero ta, ya fue. ((No me gusta mucha la editorial leya, además la capa e parece fea)).
La parte de ponerse en los zapatos de un nene de doce años que vive en un instituto que recoge órfanos y niños de familias "de mierda" me parece muy lograda. Se siente como deben sentirse Rafa, Samuel y Nélson, aprendiendo distinguir entre amor, afectos, celos y lealtades, con la grande carga de tener que hacerse responsable de vivir, de crecer antes de tiempo. No viven en la burbuja protectora de la infancia, y no más se tienen unos a los otros para protegerse. Rafa, el narrador, es muy reflexivo, muy consciente de su soledad y muchas veces quiere reaccionar de otra manera, pero le salen gestos de odio y se ve obligado a probar y mostrar su potencia "masculina". Da a entender que muchas semi-culpas (y también negligencias por parte de los adultos encargados) juntas montan una culpa gigante (en última instancia hasta el dueño del café que les sirve alcohol tendrá aportado su grando de arena). Y da a entender que la ciudad alberga "zonas sucias" como los niños los llaman en que poden acontecer cosas atroces sin nadie dar por eso.
Al final, me gustó un poco menos de lo esperado, sobre todo encontré menos frases que me provocaron la urgencia de apuntarlas.
Se me ocurren algunos puntos criticables, aunque me parece un poco arrogante decir esto siendo que nunca logré escribir una página, pero también creo que cada opinión de lector es válida: entonces, podría no repetir tantas veces que Vila Galé es un edificio alto, podría hacer algo más de la história personal de Gi, darle algo más de personalidad y evitar que la tensión de la novela afloje en el medio (de hecho el lector solo mantiene el hilo gracias a una escena de sexo), igual así al muy "enchavascado" Fábio,dos años ás viejo y líder del ramo más violento del grupete, podría ofrecer una explicación de porque en las crónicas de noticias (agregadas al final) se habla de trece niños, pero en el libro habla apenas de seis.
Su gran fuerte está no solo en el drama interior del personaje principal sino también en las observaciones pasajeras como hechas al acaso, el viejo que con dedicación descarga su amor y su poder en las palomas excluyendo una de sus dádivas de migajas y al final de su ritual mandando todas a alejarse violentamente o en las conversas de los nenes sobre qué es algo bonito, sus rutinas y como se aprecian y cuidan entre si.
A pesar de estos reclamos me sigue gustando y con certeza voy a leer también sus próximas novelas. Recomiendo su lectura a quien se quiere acercar al tema o al autor y no tenga tantas espectativas.
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