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25 marzo, 2019

Thomas Meinecke - Tomboy (1998)


No sabía de la existencia de Thomas Meinecke hasta que una página web que vende libros me sugirió el autor. Llegué a la conclusión que éste es un libro que me hubiera encantado leer a los veinte y pocos, pero aún con más edad y como lectora ahora más exigente me gustó. Con un abordaje a la temática del género/sexo que visa desconstruir los esencialismos y binarismos desde el punto de vista de un grupo de estudiantes y profesores en Heidelberg, y que incluye además mucha información sobre música y películas populares de los 90, la novela hace equilibrio entre lo divertido/lo pop y lo académico. De algunos eventos mencionados y del programa de televisión de esa altura me acuerdo vivamente (por ejemplo la exposición Koerperwelten (a la que mi madre no me dejó ir).
Los debates políticos/culturales/discursivos de la izquierda alemana (sobre la RAF, sobre la transición de la IG Farben de los Nazis a la fábrica de sintéticos de BASF) y demás referencias a asuntos alemanes (mitología germánica, a herencia de los Nazis y no solo, también nos enteramos de de feministas, de psicoanalistas,..) y alemán-estadounidense.) incluidas como al pasar, como telón de fondo, me resultaron de mucho valor educativo/informativo, sin ser pesado, aunque muchas cosas no leía por primera vez. A otra gente estas informaciones pueden resultar muy superficiales, mucho mencionado, asociado, pero nada trabajado. Además de enteré de un montón de cosas sobre la región (que siempre me parecía un poco elitista-cheta) de la que nada sabía, los bosques de Odenwald al sur de Frankfurt con sus ruínas de castillos en piedra roja y sus historias, que debe ser hermoso en la primavera.
En cambio lo académico que se envuelve con los gender studies sí es bien trabajado, no sé si a profundidad, pero en cantidad de cosas que toma en cuenta cubre un gran terreno. En un momento sentí que mis conocimientos de Freud y Lacan y de Butler  (que estudió en Heidelberg), Zizek y Haraway etc. son miserables. Probablemente ahí la novela merece más atención de lo que la pude dar. Pero la novela lamentablemente carece de una narrativa que conecte las cosas, los asuntos que los personajes estudian - siempre se les ocurre una cuestión que tienen que apuntar cuando están en medio de otras cosas - son una gran cantidad de datos que se le tiran al lector y así se le dificultan un poco la cosa. 
La protagonista es Vivian Atkinson, medio US-americana, medio alemana. Los amigos son Frauke de Travemuende, la "tomboy", hija de soldado, Vivian, de Ohio-Mannheim, Otto de Offenbach, Korinna la tenista, hija de juez, embarazada, Angela Guida/o y Ilse profesoras y el jovencito Hans que adora a Vivian y lucha para poder asumir su heterosexualidad sin culpa. Ellos se pasan la vida escuchando discos de vinilo (Sleater-Kinney), leyendo revistas de mujeres de pacotilla y discutiendo si su amor será de carácter heterosexual forzado o homosexual si uno de los dos se trasviste, pero que nunca iba renunciar a su pene, que seria? Cuestiones como si la homosexualidad no es tradicionalmente más metido en lo binario que la heterosexualidad, o si el sexismo se puede volver contra uno mismo o solamente de manera despectiva contra un otro, les roban el sueño. Interrogan todo. Se interesan también por las vidas íntimas del propio Freud, de Nietsche y de Wagner. Además teorizan sobre tener/ser/parecer y sobre la envidia del pene y la envidia de parir. Y si un dildo es un phallus o un pene, parodia o castración? O miran por enésima vez la película/el documentario: Paris is burning de Jeanette Livingstone con sus personajes de identidades queer que además sufren el bias de ser afro-americanos. Y como llegó el Bikini Atoll a su nombre?
Me quedé con una lista de nombres para googlear y leer sus textos cuando tenga tiempo, Drucilla Cornell sobre publicidade e pornografia, por ejemplo, o Barbara Duden, Barbara Vinken sobre pornografía lacaniana, Otto Weininger, Lou Andreas-Salomés, Monique Wittig con Les corps lesbien, Richard Ekin con Male femaling, Luce Irigaray, Daniel Boyarin o Ernst Bloch.
Usa muchas descripciones de la ropa de los protagonistas, me aburre. Pero usa también frases deliciosas, muchas veces con aliteraciónes, como por ejemplo: "War Vivians Vulva ein materiell-semiotischer Erzeugungsknoten?" y yo soy una lectora que valoriza mucho las frases subrayables. Hay muchas palabras y frases que me parecieron elecciones raras, curiosas, pero que probablemente no valen la pena intentar traducir (por ejemplo: "kulturlinke Bastardophilie" es tratar de manera constructivamente descanonizada con híbridos, "Homoeovestismus" seria el disfrazar de la mujer como mujer, o cuando usa el genitivo, cosa que en el alemán hablado poca gente joven hace, usa muchas metáforas y comparaciones, la computadora, por ejemplo, es un libro bajo corriente eléctrica; la moto, una silla de fuego).
Recomendado para los que les gusta introducirse en los gender studies de manera un poco ingenua y otro poco freak. No creo que entre en el rango de mis novelas favoritos, pero el autor logra un estilo muy personal y no es demasiado difícil de leer. La falla mayor que le veo es la falta de narrativa y la repetividad, y bueno, quizás que la única escena de sexo dura dos lineas y no es propiamente especial.

23 marzo, 2019

Romina Paula - Agosto (2010)


Agosto salió en entropía, la misma editorial que editó Opendoor de Iosi Havilio. Pues, pienso que si así escriben los jóvenes, no tienen nada que envidiar a los grandes. Me encantó. Es una novela corta, relativamente simple, pero buena, que impacta por ser diferente, por mostrarse muy íntima, sin ser de ese tipo de auto-ficción insoportable en que se cuentan solo cotidianidades y pensamientos depresivos.
Me parece que la idea que sostiene el libro es la de la distancia, espacial y temporal, voluntariamente tomada o no. La distancia entre la casa de la familia, de la juventud en la Patagonia y la casa del ahora, de la vida adulta que se construyó en Buenos Aires. Emilia, la protagonista, viaja a Esquel, reduce la distancia a pesar de que sabe que van a surgir recuerdos dolorosos, que ponen en cuestión el status quo. Permite pensar en cuanto de su vida se decide, y cuanto simplemente pasa y uno lo deja ser. Porque ella está bien en Buenos Aires, pero claro, su vida podría haber sido, o podría ser a partir de ahora, diferente, siempre hay esa duda que cobra fuerza cuando se cruza con su ex-novio y se entera que éste ahora tiene dos hijos. La maternidad es una elección? Y el amor? La voz narrativa habla en segunda persona, como contándole a la amiga ausente, como contándole a alguien como para encontrar la actitud con la que ir afirmando el yo, una voz con la que cuidarse.
También habla del campo, del frío del contraste de Esquel con el alboroto de gente y tránsito de Buenos Aires, y de los años 90 en los que Emi veía Generación X y la Trilogía de colores de Kieślowski y escuchaba los Counting Crows y Babasonicos. Mientras que en Opendoor la muerte de la amiga ocurre en la ciudad y el campo se presenta como escapatoria, en Agosto es el campo que la protagonista asocia a la muerte, es ahí que murió su mejor amiga de la adolescencia, es ahí donde su madre la abandonó junto a su hermano y su padre. También aquí hay animales, en la ciudad hay un ratón, un intruso que repugna a Emi, y en el campo hay un gato, el de su amiga, que le reconforta. Ambos animales se asocian a los lugares, tienen un territorio, son las cosas ciertas en un mundo sin certezas. Y bueno, los hijos son otra cosa un poco animal, aunque sea raro o equivocado trazar una comparación tan directa, pero es eso que le asusta a Emi y ella sabe. Es un torbellino de emociones que deja ganas de leer más de la autora.

14 marzo, 2019

Henning Mankell - Pisando los talones (1997)


Tengo este mamotreto de 603 páginas en mi biblioteca desde tiempos en que aún no me había cansado de series de policiales. Es titulo alemán es - Mitsommermord. Pero me acordé rápido de porque ya no suelo leer estas cosas; diálogos inverosímiles, escenas en las que en vez de describir la tristeza se dice 5 veces que la persona X "está triste", o en vez de mencionar al margen o insinuar una sospecha, una posibilidad, una pista, deja caer cinco, seis, diez veces la frase que este detalle le huele raro, cuando el lector hace un buen rato se dio cuenta - claro que es esta la sensación que queremos, eso de sentirnos más astutos que los investigadores criminales, pero hay maneras mucho mejores de hacerlo. También repite demasiadas veces o que ya se sabe de la investigación - como si el lector iba a correr peligro de olvidar que el asesino mató a 5 jóvenes, y lo más molesto para mi en cuanto lector creo fue que los policías conversan sobre su sensación de que la violencia en el país aumenta y la imagen de los policías cae en desgracia y que todos están cansados de ser policías, etc. (el moralismo del gordo policía de pueblo me mata, pero eso es lo de menos). La cuestión es que no solo hablan de eso casualmente en sus oficinas, sino cuando están llenos de adrenalina y sin dormir hace días a pocos metros de acorralar el buscado armado, y en un momento así el inspector se acuerda de que manchó su camisa blanca y que necesita urgentemente cambiarla. En serio? De resto, el final me pareció decepcionante. No se le ocurrió nada mejor a lo largo de 600 páginas y decidió terminar la novela con cualquier final. Podría listar más cosas que me parecieron mal logradas, como alguno personajes o el motivo del asesino, o el foco en la lideranza de Wallander, pero para criticar eso bien tendría que leer más de la serie.
Pero bueno, su linearidad y su falta de sorpresa y el estilo y vocabulario simple y los personajes estereotipados permiten que se lee super rápido y con la cabeza a funcionar en "mínimo" que es una forma excelente de descansar. Me sirvió, fue excelente para cubrir dos días y medio con mucho tiempo de espera y poca concentración para los otros libros comenzados.

11 marzo, 2019

Mario Bellatin - Salón de Belleza (1994)


Libro que me produce curiosidad hace mucho tiempo. Ahora aproveché una época de auto-indulgencia y me lo compré a precio de nuevo. Y había evitado leer sobre este libro, para sorprenderme, sin embargo, naturalmente de vez en cuando lo vi comentado. Cuando llegó y vi que tenía tan pocas paginas me desilusioné un poco, podría ser un cuento, 90 páginas, de esas páginas con letra grande y medio vacías. Pero como el texto de las primeras páginas prometió, y porque me parece ser un clásico de la literatura latino-americana de los 90, si eso ya se puede decir, resolví darle una oportunidad plena.

Y bueno, es sobre un salón de belleza que se transforma en un lugar semi-público para morir. Semi porque es sin lo bueno de publico (reconocimiento, financiamiento) pero sin ser por completo privado, como los lugares adonde van los que son obligados de vivir su sexualidad (deviante de la norma) en lugares semi-públicos, separados de otros lugares, ocultos. Con eso ya conté todo.

Es una historia que habla de la animalidad de los cuerpos, despojados de su salud y en muchos casos de los derechos de ciudadania o de tener dinero, en el medio de una gran ciudad sin nombre en cuyo centro la estatua de algún héroe patrio está ahuecada.

Lo del Moridero me acordó de Desbarrancadero de Fernando Vallejo, donde se trata el tema de la muerte y de las excluciones por preferencia sexual de una manera más desarrollada aunque tambioén con tantos insultos, maldiciones y coloquialismos que queda difícil de leer. Lo de los peces que decoran el Salón de Belleza y que se devoran unos a los otros, me acordó de de Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued donde el protagonista también se consigue un ajolote.
Me gustó, aunque se me creó una espectativa muy grande. 

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