Ya sabia más o menos en que me metía al comenzar El mapa y el territorio. Se dice que o se es admirador del autor, o uno no lo soporta. Se dice que ahí no hay intermedio, pero quizás yo me ubicaría justamente en ese lugar medio. Habiendo leído varias novelas que encontré desde pasables hasta pésimas por repetido e vaciado (Lanzarote). Digo pasables por ser repugnantes, pero originales y a su manera provocativa bien logradas como Plataforma. Tiene un no sé que que me gusta; debe ser reflejo de unos tratos cínicos en mi personalidad.
En sus novelas hay siempre una ácida crítica social con mucho sarcasmo, es siempre misógino y políticamente incorrecto. Eso seria su mayor fuerte en el retrato del mundo contemporáneo. En Las partículas elementares visaba más los hippies y midlife-crisers de la generación del 1968, en Sumisión la supuesta amenaza musulmana y por ahí fuera.
Por lo que escuché entre amigos lectores y por lo que venia leyendo en Internet, estaba segura de que esta novela iba configurar entre sus mejores. Me pareció muy muy parecido con Plataforma, está ese acenso social de la gente joven y bonita, los que se convierten en "people", en burguesía fria y desencantada, comen en restaurantes 4 estrellas y trabajan con multinacionales que tienen que ver con gastronomía y turismo nacionales/imperiales y despojada de cualquier sentimiento o escrúpulo ven multiplicarse sus fortunas. Se citan marcas y restaurantes sin fin.
Me gustó que tematizara el mundo del arte y me parece que el mapa es siempre más interesante que el territorio, sea por lo estético o por el dinero que se puede sacar de el.
Como en sus otras novelas aparece el propio Houellebecq ficcionalizado, haciéndose publicidad, muy así como se le conoce por los medios de comunicación, borracho, indeciso, depresivo, solitario, pero con personalidad. Y se hace amigo del protagonista. Entiendo que la manera de hacer auto-ficción de Houellebecq está más soportable y por veces graciosa que la de Vila-Matas o el sinnúmero de seguidores, aunque la verdad es que me parece una especialidad literaria un tanto dispensable.
La ultima parte en donde muere Houellebecq-personaje me pareció desconectada del resto del libro.
En sus novelas hay siempre una ácida crítica social con mucho sarcasmo, es siempre misógino y políticamente incorrecto. Eso seria su mayor fuerte en el retrato del mundo contemporáneo. En Las partículas elementares visaba más los hippies y midlife-crisers de la generación del 1968, en Sumisión la supuesta amenaza musulmana y por ahí fuera.
Por lo que escuché entre amigos lectores y por lo que venia leyendo en Internet, estaba segura de que esta novela iba configurar entre sus mejores. Me pareció muy muy parecido con Plataforma, está ese acenso social de la gente joven y bonita, los que se convierten en "people", en burguesía fria y desencantada, comen en restaurantes 4 estrellas y trabajan con multinacionales que tienen que ver con gastronomía y turismo nacionales/imperiales y despojada de cualquier sentimiento o escrúpulo ven multiplicarse sus fortunas. Se citan marcas y restaurantes sin fin.
Me gustó que tematizara el mundo del arte y me parece que el mapa es siempre más interesante que el territorio, sea por lo estético o por el dinero que se puede sacar de el.
Como en sus otras novelas aparece el propio Houellebecq ficcionalizado, haciéndose publicidad, muy así como se le conoce por los medios de comunicación, borracho, indeciso, depresivo, solitario, pero con personalidad. Y se hace amigo del protagonista. Entiendo que la manera de hacer auto-ficción de Houellebecq está más soportable y por veces graciosa que la de Vila-Matas o el sinnúmero de seguidores, aunque la verdad es que me parece una especialidad literaria un tanto dispensable.
La ultima parte en donde muere Houellebecq-personaje me pareció desconectada del resto del libro.
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