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21 julio, 2019

Matilde Sánchez - Los daños materiales (2011)



Los daños materiales comienza con un aviso: esto no es una novela. Se supone que se lee como una carta escrita por la narradora. Me reí muchísimo de los incontables sinónimos de palabras que describen el acto de follar. Pero no es un libro tonto. Es verdad que el libro tiene sus pasajes un poco largas o pesadas, y es verdad que en mi alrededor me miraban como si estuviese leyendo a las 50 sombras de Grey, pero me valió la pena. Apunté muchas palabras que no conocía. Pensaba que se trataría una de esas novelas de abuso que suelen venir con un toque de feminismo que últimamente se publican mucho, pero no es eso. De hecho, me pareció bastante diferente de lo que se lee en estos tiempos. Y no apta para menores de 18 ni mentes fácilmente impresionables.


Es la historia de un psicópata-manipulador, Victor, y su víctima/cómplice, la propia narradora. Los dos son profesionales de Buenos Aires, clase media alta, los dos tienen hijos. Ella culta, educada, dedicada a las letras (exitosa intérprete e traductora), él más un wannabe culto, mafioso de múltiples registros, encargado de relaciones públicas de una fundación benévola de actividades sospechosas y aspirante a cuentista, actor de cinema y político.

La historia: ella conoce a Victor, por casualidad, en una esquina de Buenos Aires volviendo de caminar por los bosques Palermo. Le cae medio mal, muy estereotipado, poco personal, corre todo un poco mal, ni ella sabe porque va con él, pero algo le atrae y van directo al telo. Están juntos por dos años. Él le hace daño, para ser preciso, acontecen tres daños materiales y con eso la narradora monta el suspense. Sabemos que quedan daños por contar y que al final va contar la anunciada venganza y hasta enterarnos de cómo y porqué el libro no nos deja en paz.

Cuesta leer esta novela, no tanto por cuando se pone pesada, sino más bien por su manera directa y bruta de pronunciar las cosas, y no solo en terminos de sexos también en el desprecio como estilo generalizado del trato humano. Así el rol de la mujer se reduce a recibir embestidas y sostener el ego del macho. Pero la mujer tampoco es una santa. En este momento me viene a la mente Fogwill, no sé si tiene que ver, es diferente. La narradora sabe lo que quiere y qué eso significa. La venganza, pura y dura. Comenzamos a dudar de su estado de víctima incauta inocente. Es un relato en perspectiva, como todos los relatos de relaciones amorosos. De hecho nunca queda claro porque se junta con tamaño imbécil (con la mirada de taladro sexual). Pero me gustó el giro que toma en el tercer capítulo, aunque la venganza del remate no me pareció para tanto, visto que se anunció como el principal acontecimiento del libro, es un final un poco flojito. 
Tiene frases - casi -  subrayables como: "Víctor tenía una capacidad sorprendente para ausentarse incluso estando en mis fueros internos".

Su "carta" es muy elocuente, por ejemplo compara a Victor con personajes de la mitología griega y personajes de la literatura pre-moderna universal, pero su texto no ahorra nada, ningún asqueroso detalle de su banal "rutina de revolcones", “los tumbos y atracones” y “sesiones de cuatripedia”. Abundan las descripción de babas, pedos, especiales condiciones de piel en la glande (no contagiosas) etc. etc.. Su Victor es compulsivo y es mezquino, tiene fobia a la intimidad y ella lo desprecia moralmente. Él no tiene ni un solo amigo, “tiene ínfulas intelectuales y delítiros absolutistas”. Es mentiroso y además es un troll de internet, (habla contra Cristina Kirchner, recién electa). "Su máxima diversión fue siempre escapar al castigo: ¿No es esa la mejor definición de una mentalidad infantil?" Pero ella está como adicta a estos placeres oprobiosos. La mujer- receptáculo cela que haya otras además de ella. Y dando vueltas por Buenos Aires termina consultando un psicoanalista ortodoxo y analizando a la personalidad y al comportamiento de Victor y de ella propia. Un libro muy argentino de cierta manera. 
No es mi novela del año, pero algo original para pasar el rato. Sobre todo la recomiendo para quien ande con penas de amores. Quiero leer Desperdicio, la novela más elogiada (por los medios en los que me muevo como lectora) de la autora.


09 julio, 2019

Mario Levrero - Fauna (1979/1987)


Bueno, pues, me acabo de leí Fauna, uno de los dos relatos contenidos en este volumen. Es muy similar a otros relatos del autor, tanto que me pregunté si no había leído ya y lo estuviera leyendo ahora por segunda vez sin darme cuenta. Es bastante simple, linear en el tiempo. No me gustó demasiado, pero es leíble.
El relato comienza con una escena muy tìpica para el autor: suena el telèfono e interrumpe un sueño profundo e interesante, resultando en un sueño atragantado, tan malo como una indigestión. 
Para Levrero/su personaje protagonista (a veces parece que coinciden; este relato, como todos (?) está narrado desde una primera persona, sin nombre ni demasiados detalles, aparte de que tiene cerca de 40 años, trabaja en un quiosco de cigarillos y se entretiene por las noches con juegos electromecánicos (flipper)) tocar el timbre o llamar antes de las 5 de la tarde es un claro intento de fastidiarlo). Es una chica rubia, personificación de los sueños de él que pide verlo inmediatamente porque necesita ayuda parapsicologica. Al cabo de una breve conversación, la chica le da dinero y propone que vea urgentemente a su hermana Flora, una "histèrica" y sugestionable que se niega a tratarse con un psicoterapeuta, y que está a ser manipulada por un cierto Monsieur Victor, estafador. 
Y él intenta a hacer eso. No voy a revelar más. 
 
Tambièn de Levrero encuentran aquí reseñas de los cuentos La máquina depensar en Gladys y de la Trilogia Involuntaria.

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