Me parece que todas novelas mexicanas rezan sobre violencia organizada, puterios y cultos a los muertos. La transmigración de los cuerpos me gustó, pero no me pareció muy especial. Es la historia de un Alfaqueque, un mediador cuyo poder esta en el verbo, o sea hace changas y favores y intenta disuadir a la gente de hacerse mayores estragos. El escenario de fondo es una epidemia, una enfermedad contagiosa que además se esparce via mosquitos, y mata al poco rato. Las calles de la ciudad están abandonadas, la gente solo sale para lo imprescindible, el gobierno pide calma, pero ya no se consiguen tapabocas (cobijas) en las farmacias y se corta el agua cada rato. La gente bebe mezcal. Pero en realidad poco tiene que ver ese telón de fondo con la narración.
Al Alfaqueque (a verbo y verga) lo llaman porque dos familias rivales tienen secuestrados cada uno un hijo del otro y tienen que hacer la transacción de devolverlos con un intermediario neutro. Al final mucho de lo sucedido se basa en casualidad. Los personajes me gustaron, ya por sus nombres: el Delfín, la Tres Veces Rubia, el Ñandertal, pero podía haber sido todo un poco más elaborado para hacerlo más interesante. Porque al lector estas dos familias le chupan un huevo si no hay ningun miembro de familia con quien empatizar. Es de esas novelas de las que pienso que si hubiesen quedado unos años
en un cajón y repasado después, podían haber sido grandes.
.. se habìa convencido de que hasta a la gente màs retorcida habìa que darle una oportunidad, porque la gente toda es como estrellas muertas: lo que nos llega de ellas es distinto de la cosa, que ya ha desaparecido o ya ha cambiado..
Hay que saber mexicano para leer esto: chambear, estar madre, mamasear, damitear, chingar, ser bisnero (hacer business), carnal, briago, escuincle, quiobo, jarioso, fayuca, perico, cuate, y agregarle un "le" a todo. Bueno, el significado de muchas se saca del contexto.
Es cortita la novela y en los medios un poco sobrevalorada.
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