24 febrero, 2020

Liliana Heker - Zona de clivaje (1987)


 


En Zona de Clivaje Heker cuenta la historia de una separación, o el final de una relación, después de haber pasado casi media vida junto (13 años) a su pareja Alfredo.
La novela está llena de inteligentes reflexiones – de la pluma de Irene, la protagonista y narradora – sobre el camino de conocer su alma, sobre la naturaleza de las relaciones hombre-mujer, sobre los cambios que vienen com la madurez, como ser consciente del cuerpo, del placer, de las trangresiones, de la diferencia de edad, sobre que es conocerse a fondo y conocer al otro al fondo, cómo intentar de ahogar los celos, no hacerse la víctima y tampoco callar su ego, sobre cómo es discutir con estilo, educación y clase.

Irene es una empleada pública, ex-estudiante de física con ambiciones de escritora, que tiene una relación con Alfredo, un gran Don Juan que mantiene siempre su fachada. Vive sola porque su relación no es oficial. Irene que defender constantemente su estatus de no casada, en el omnibus, frente a los vecinos (todos piensan que es su pareja es su padre).
El es profesor de letras y en su vida privada define como un profesor estético, define el amor como una educación sentimental y asume la tarea de sacarles el resplandor de dentro a las mujeres.

Y encima aguantar a la madre que quiere que se case y “formara un hogar” porque piensa que así sería feliz confundiendo su propia idea de felicidad con la de su hija.

Ellos dos acostumbran atender soireés de conversación con psicoanalistas y otros membros de los circulos intelectuales en las que él a veces se va con otra e Irene compreende, da consejos y no se escandaliza.


Hay dialogos deliciosos como:
"...sin soltarla ni atenuar la sonrisa, dice: —Dígame, Irene, usted que estudia física, y parece tan marxista, ¿cómo concilia la dialéctica de la naturaleza con el Principio de Incertidumbre de Heisemberg?"
Este ambiente academico-juvenil-burgués queda un poco forzado, pero con eso, para mi, gana versimilitud, no sé si me explico, me refiero a los castillos de aire que se levantan en las cabezas de jovenes amantes y ambiciosos.

Para mi fue un poco vacilando entre aburrido y interesante, pero al final se inclina la balanza hacia un contundente: me gustó. No es aburrido en el sentido general de aburrido, Heker escribe de maravillas y da en el clavo en cosas no muy obvias, de cómo salvar situaciones, darlos vuelta, por ejemplo, cosas que normalmente quedan subentendidas o no entendidas.

Pienso que es una novela que hay que leer joven, para que los temas sean más relevantes. No me decido si es para leer cuando uno está en una relación “complicada”, como una forma de terapia, o justamente no es recomendada en tal caso porque se tendrá más de lo mismo.

En el inicio hay que leer con atención para ver qué es antes y que es ahora, muchas veces cuenta la segunda parte de una escena y después la primera. La novela está llena de jerga rioplatense, y pienso que le queda muy bien, “chupate esta mandarina”, me imagino que puede llegar a ser un poco difícil para los de afuera. Tiene algo de la literatura argentina de los 60-70, un tono de voz o, no sé, un humor quizas cortaziano.

Sin embargo, aunque está muy bien escrita, tengo cosas que me nublaron un poco la experiencia. Es quizás por su tema, confieso tanto no me interesan los aprendizajes de una joven, que quiere parecer más grande que de 30 años y a la vez mira a los de 20 con compasión y algo de envidia., en el manejo de sus emociones hacia sí misma. Y a pesar de que me identifico mucho con algunos problemas hay cosas con que todo el contrario, para mi ni son algo en que me reveo ni son pertinentes con la imagen que me hice de la protagonista, por ejemplo esto: “Siempre se acordaba del consejo de Coco Chanel cuando era demasiado tarde: una mujer debe arreglarse siempre como si ese día fuese a conocer al hombre de su vida.” (Conozco de mi más bien el contrario, a los 17 preocupadísima con el maquillaje y a los 30 bruta y sin paciencia para círculos intelectuales).

También hay que notar que es una novela en que se nota como algunas cosas de hombre-mujer han cambiado desde el 1987.

Por su intenso insight en el alma de una mujer me recuerda de la novela Tomboy de Thomas Meinecke también y a Los Daños materiales de Matilde Sánchez.

Me da mucha curiosidad la autora, ahora estoy con muchas ganas de leer su novela El fin de la historia /pero está a 60€ en amazon y vivo en una ciudad sin librerias especializadas).


 



 

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