03 enero, 2016

Mia Couto - Terra Sonâmbula (1992)





Cuando uno entra en ámbito lusóphonos, no tardara en tropezar con este libro que ya forma parte del canon de literatura obligatoria en los liceos y también fuera de ahí es ampliamente recomendado como "clásico que vale la pena". Lo empecé a leer online, pero lo leía con semejante lentitud que cada vez tenía que empezar por el comienzo porque me iba olvidando todo, así que invertí algunos pesos y lo adquirí en papel.
Muchas veces asociamos a Moçambique con guerra, con hambre, con una tierra tan lejos de aquí y sobre la que no sabemos mucho. Ahora la palabra adquirió para mi un significado mucho más rico, ahora lo voy a conectar siempre con historias llenas de imágenes vivos, experiencias duras, lenguaje precioso, y con Kindzu, Farida, Tuahir y Muidinga, personajes de las que uno gané un cariño enorme.
En un ómnibus saqueado, incendiado e abandonado, aún lleno de cuerpos carbonizados, el viejo Tuahir y el chico Muidinga se instalan, haciendo del bus su refugio en su camino para huir de la guerra.
El muchacho encuentra ahi los “cuadernos de Kindzu”, el diário de uno de los muertos y los dos se comienzan a sumergir en las hojas, tanto que no piensan en otra cosa y hasta juegan ser Kindzu y su padre. En capítulos que se van alternado Mia Couto cuenta las dos historias, el de Kindzu y de los dos, todos víctimas de la misma guerra. Navegando en busca de una nueva vida, Kindzu encuentra un navio encalado que naufragó en camino de traer comida y ropa para las víctimas de guerra y donde además de fantasmas vive Farida, una chica con una historia triste. Kindzu se enamora y promete salir en busca de su hijo lo que lo lleva a conocer mas personajes de la aldea y de un campo de dislocados, entre ellos la hermana de Farida y unos políticos. Al final Tuahir y Muidinga abandonan su refugio en el machimbombo (omnibus) para ir en buscar del mar que promete distancia y futuro.
Hay todavía más historias pequeñas entremetidas, con elementos tradicionales, creencias populares, enloquecidos y hechiceros. Los diálogos entre el viejo y el chico son buenísimos, mutuamente se dan sentido a la vida, habiendo perdido todo.
Mia Couto nos muestra la importancia de la lectura, de historias ficticias o verdaderas, para simplemente poder existir.
Si la forma en la que uno combina palabras para evocar imágenes puede llegar a ser considerado bello por nosotros, Mia Couto para mi rompió limites, tan embriagador fue su belleza, que tuve que dosificar la lectura. Será que lo bello siempre está relacionado con el sufrimiento y las cosas tristes y la última esperanza con la muerte ya al acecho?
Este texto da para anotarse páginas enteras de reflexiones y poesía, sonreír con ternura y hasta llorar.
Es un libro simple y corto y mismo así alberga mucha cosa. No hay excusa para no leerlo. También es un libro que voy a leer otra vez, algún día, de eso no tengo duda.
 



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