24 enero, 2017

Antonio Skármeta - El baile de la Victória (2003)


Hasta ahora no he leído nada chileno, creo. Esta novela la compré porque fue una oferta y porque salió vencedor Premio Planeta, porque, como mis amigos saben, no me relaciono en absoluto con la danza.
Sentí que estaba leyendo la adaptación para libro de un filme de Ricardo Darín, pero fue al revés, primero el libro después la película (ya imagino el estilo quiebracorazones chileno-argentino, popularísimo).  Fue uno de los casos en los que me maldicioné por tener el hábito de acabar cada libro por más desabrido que me parezca.
El autor en vez de mostrar en su historia lo que quiere decir, lo dice directamente y lo exagera y intenta meter un dialogo gracioso o una linea de un tango argentino, un coloquialismo chileno y todavía una frase de Shakespeare.
La novela logró su efecto didáctico: Mis conocimientos de Chile son escasas, por ejemplo aprendí que en Chile siempre se mira nostálgicamente para la Cordillera antes de cualquier cosa y que siempre hay smog. Todos (sin excepción) las  cajeras de casas de putas, ladrones profesionales, escolares pobres o desempleados son fanáticos y recitan de memoria a Gabriela Mistral, Raymond Carver y del ballet clásico y ni paran con eso cuando están en peligro, a morir de hambre o prepararse para arrebatar una caja fuerte.
La historia de Skármeta en si, no está mal, tiene su encanto, el joven Ángel Santiago sale de la prisión donde sufrió humillaciones, no sin jurar la muerte del director de la cárcel. Vagueando por Santiago invernal llena de smog, sin casa ni dinero, solo con su caballo encuentra y se enamora de Victória, colegial y bailarina, de madre deprimida y revolucionario muerte en dictadura. Vergara Grey también sale de la prisión e como igual que Santiago se encuentra con una ciudad y un país injusto, sin oportunidades de trabajo honesto, sin mucho amor, planifican un robo a la caja fuerte de un general de la dictadura. Entretanto el director del penitenciario liberta a un asesino condenado a por vida y le ordena matar al joven Ángel.
Sin embargo fue un aburrimiento descomunal. Y sobretodo en el retrato de los adolescentes, pero también en todo lo demás, me pareció poco creíble, forzado, moralista, absurdo. Los últimos capítulos llegan a patéticos, acaso es ingeniosa la frase "grande la caja fuerte, aunque pequeño el corazón"? o esta "Daría todo el oro ajeno del mundo para vivir con ella"?. Y un caballo de carrera sirve para cruzar los Andes en Invierno?
Del lenguaje no puedo opinar, porque leí una traducción al portugués (Dom Quixote) que resultó en un tono muy peculiar que mezcla dialectos, localismos y traducción.
Menos mal que no acabó en un happy end completo! (esto no es spoiler, o si?).
Crep que dispenso de más Skármeta.

20 enero, 2017

Peter Schneider - Lenz (1973)


Ya que estoy con el género, no pude dejar de conocer también a este clásico Berliner. Peter Schneider es más un autor de la generación 1940. Lenz es un nombre del protagonista, pero también una palabra antigua para primavera. Se trata de la primera obra del autor. Dicen que se inspiró en el relato homónimo de Büchner de 1836.
Lenz es estudiante políticamente comprometido y vive en Berlín occidental.
Está contada en tercera persona, linear, bastante simple, como otros de la "nueva Subjetividad" o como quiera que se llame, Handke, Timm &co.
Abundan sueños de paisajes urbanos, aproximaciones a la clase obrera, discursos sore alienación, pósters de Marx, filmes de Fellini, discos de the Doors, jukeboxes. Lenz busca trabajo como soldador en una linea de montaje de fabrica, a pesar de ser calificado para empleos mejor remunerados, conoce a un turco "trabajador convidado", se reúne con estudiantes maoístas. Corren tiempos del boom económico de la generación pós-guerra, su amigo es expulso de España porque estando en un café había calificado a Franco de fascista y asesino.
Hay una ex-novia que le provoca dolores de alma, Lenz anda a procura de la vida y intenta envolverse de forma responsable en su entorno y al mismo tiempo conocerse mejor a si mismo, sufre varias transformaciones. Por ejemplo, en el inicio Lenz describe las imágenes del campo como matorrales, calor,  "chimeneas, el río como frontera, y en la orilla opuesta las torres de vigilancia y las vallas con alambre de espino. Algo más lejos unas cuantas casas que parecían deshabitadas. No quiso seguir adelante.", en cambio más adelante descubre otros paisajes que le gustan más.
Lenz es irremediablemente académico, tiene un mecenas, se cuestiona sobre la relación entre saber y sentir, sobre historia, acción y reacción, se pregunta si habrá motivos intersubjectivos o si no mas bien cada uno llena frases pre-formuladas y vagas con sus irrelevantes recuerdos personales. Él y sus amigos le confrontan con eso, la inutilidad del estudiante querer ser obrero y su amigo trabajador se siente explorado.
Después va a Italia, siguiendo un impulso, primero a Roma, donde tiene amigos y aprende el idioma, después va a Trento y se une a movimientos militantes, parecidos a los que integraba Berlín. Le fascinan diferentes culturas obreras/estudiantiles/de grupos urbanos.. y lo que aprende con cada. Y al final vuelve.
En resumen, no me pareció nada mal, pero nada nuevo, ni parece ser hecho de enfoque original o manera cuidadosa. Una historia tiene que ser un poco mejor construida, para despertar un mínimo interés del lector en la trama.

16 enero, 2017

Julian Barnes - Metroland (1980)



Sigo con los autores nacidos en los 40 (porque que están muriendo poco a poco).
Creo que es un libro para leer en el metro, pero no solo. Es un libro sobre amistad, amor, sobre familia y el hacerse adulto y construir su vida, y un libro sobre arte (quiere decir, arte-sociedad y arte-vida y arte-mercado, etc.). Es un libro sobre los europeos y su "capital de cultura". Quizás nunca entenderé el amor a París, pero me falta leer a todos los clásicos.

Metroland es la primera novela del inglés Julian Barnes y según se lee en todos lados un ejemplo de literatura post-moderna (whatever that means, tal vez por la forma de auto-referencialidad y cuestionamiento(?)). La novela está escrita en primera persona y nos cuenta la juventud de Christopher Lloyd, persona normalísima, amante del arte y de la lengua y cultura francesa desde muy joven. En la primera parte, nos cuenta su infancia en un suburbio- metroland- inglés, su vida como alumno de una buena escuela publica y como hijo de una buena familia clase media en los años 1960. En parte dos narra la vida de estudiante en el Paris del 1968 y en la tercera vuelve a Metroland. En Paris pierde su virginidad y se enamora de Annick cuando la ve en un café leyendo a Mountolive del Quarteto de Alexandría (Leí la primera parte, Justine).

Christopher desprecia su reloj porque no tiene aguja de segundos. Con Toni, su mejor amigo de la escuela de un pre-pasado menos burgués, porque es hijo de padres inmigrantes, inventan practicas y testes semi-scientificos para evaluar a los adultos, por ejemplo hacen diagramas de la edad relacionada a las formas de mentir que tienen, o inventan estrategias para saber que es el sexo en un mundo en que ni los profesores ni los padres ayudaban en el asunto. Juntos practican ser flaneurs y piensan mucho en el futuro cuando sean libres de las obligaciones de escuela y familia. Tienen sus propias palabras y sistemas de comunicación. Desprecian el mundo académico y a la vez son muy bien integrados en el. Sueñan con ser los poetas de corte de una colonia nudista, son cínicos y desde chicos saben que hacen parte de la angry generation.

Parte 2: París, 1968. Christopher escribe su disertación y  tiene sus primeras experiencias de amor y libertad estudiantil-adulta. La política ya no le interesa.

En parte tres, otra vez Metrolandia, Christopher se torna adulto y burgués,  exactamente eso que se juraba nunca ser, pero descubre que es feliz así. Ya no se lleva tan bien con Toni, que se torna amargo y sarcástico, pero va a las reuniones de los ex-alumnos de la escuela, tiene una hija y le es fiel a su esposa, compra una casa, trabaja en publicidad y luego en una editorial. El libro acaba cuando Christopher tiene apenas 30 anios.

Personalmente disfruté más de la primera parte, la creatividad en el uso de la lengua, la subjetividad humana que resulta de buena observación, el humor, y la crítica son más bien logrados. En parte tres, por ejemplo, ya que se habla de familia, me hubiese gustado saber que ha sido de sus hermanos y de sus padres. Me gusta también el enfoque en la auto-observación y en el valor (y peso) de la franqueza y honestidad.

Metroland fue su primera novela. Me gustó y no dudo que voy a repetir con otro Barnes, me parece.