14 enero, 2020

David Trueba - Tierra de campos (2017)



Se cuenta la vida de Daniel Mosca y de su exitoso grupo de música Las Moscas y de la muerte de su padre, el nascimiento de sus hijos y la muerte de su amigo y colega de banda y de todas las mujeres que amó o con las que estuvo y de las que se separó. La vida, los amigos, el amor y la familia son sus grandes temas.

Lo más reseñable es la figura de su padre, que es una personalidad que divierte a la vez insoportable y muy querible. Negando a su origen judío, oriundo de campo, pero llegado a la gran ciudad después de la guerra trabaja de vendedor ambulante. Es una persona que golpea a la puerta de la ducha para avisar al que está dentro que no debería desperdiciar tanta agua. Pero recoge a extraños para acogerlos en casa y hace de todo para su esposa enferma de Alzheimer. Para él la música para él es el arte de hacer ruido.

Es una novelas de así nomás, de entretenimiento, de te cuento mi juventud clasemediera. Encontré en Tierra de Campos un exceso de esa amenidad tan pareja que a partir de página 200 parece que pierde el aire y se queda cada vez más floja. Tiene 400 páginas. Y aunque cuenta lo del pasado y lo de ahora en alternancia queda demasiado lineal. Hacia el final se apaña un poco pero sin desarrollar un remate sorprendente. No diría que es mala, pero claramente le sobran páginas, sobre todo en donde se refiere a lo de “ser famoso”, “lo que la fama conlleva” y eso de “ser músico es así”. Con el tiempo eso de yo hago canciones” me resultó aburrido, exagerado, repetido. Con las frases al estilo de “porque el amor es..” ocurre parecido. Y vamos, eso de que hasta lo llamó Serrat para cantar con él se lo pudo haber ahorrado. Habla mucho de la música, pero tampoco diría que es un texto musical, que haga que al lector le suenen las melodias o que cite muchos temas o bandas conocidos.

Si quisiera ser exigente diría que Trueba aspira a leerse como Rodrigo Fresán (con el que comparte las referencias a la música o Roberto Bolaño pero no les llega a los talones por lejos.
Su prosa fluye pero no hay cambios de ritmo, en lo que cuenta no hay detalles como colores o olores memorables, apenas hay juegos de palabras, nada de ambigüedad, ni desenlaces sorprendentes. Pero no pasa nada, aún así pasé un buen rato. Su gran ventaja es que es muy fácil de leer y que no te pone triste. Un libro para cuando no se tiene mucha concentración para cosas cargadas de referencias.
Está narrado desde el “yo, insignificante”, sumandose así a la moda literaria actual, siempre con un toque melancólico o de nostalgia/tristeza en el que se pregunta de porque ciertas cosas se aprenden solo cuando es demasiado tarde, como por ejemplo apreciar a los padres. Y porque el amor no dura, etcetera.
Una rápida visita a wikipedia me confirma la sospecha autobiografica. Daniel Campos igual que David Trueba es de Estrecho, Madrid, cumple 30 en el año 2000 (casi), el real igual que el ficticio fueran a un colegio religioso.
Nunca vi un trabajo cinematográfico suyo pero a lo mejor Trueba (director y actor) es más de la gran pantalla que de la novela.
Rescato algunas frases que me provocan una sonrisa:

« Un hombre solo es como una pelota sin dueño. »
« Dicen que la mejor prueba de tu ansiedad es cuando tiras de la cadena antes de terminar de mear »
« El amor tiene esa divertida forma de poner a hacer gimnasia a la ilusión. »

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