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09 septiembre, 2018

Nora Bossong - 36,9° (2015)


Novela alemana que encontré por ahí abandonada en un cuarto de visitas y que dejé dormir en mi mesita de luz durante esta semana. No creo que haya sido traducida ya, pero encontré la información de que otra novela de Nora Bossong, El protocolo de Weber, fue traducida y publicada por la editorial Eterna Cadencia.
Cómo se divide un hombre entre la política y el amor? Como rescatar un país entero estando enamorado hasta las orejas? Estas son las preguntas que se presentan para liderar la historia de Antonio Gramsci. 36,9° se atreve al gran proyecto de tallar con autenticidad un retrato del fundador del Partido Comunista Italiano. La segunda historia que se presenta aquí es la de Anton Stöver, contemporáneo nuestro, ciudadano alemán, que se pone a investigar a los documentos del pensador comunista italiano en Roma y de paso también se enamora. Los dos hombres guardan algunas similitudes, comenzando por el bautizado de Anton en homenaje a Gramsci, a Tonio, o Nino, pasando por su apariencia física que los asemeja vagamente a un escarabajo. Nora Boddong cuenta alternando las dos historias, poniendo foco no solo en sus relaciones amorosos y morales, también en sus recuerdos de infancia, conocemos al tímido Gramsci de niño y a la casa familiar de al familia comunista/burguesa de los Stövers en Bremen en que ya la madre de Anton leía a Gramsci.
En esta novela conocemos de los lados íntimos de Gramsci: insomne en el sanatorio cerca de Moscú intentando recuperar de los males que le atacan los nervios donde conoce a Julia que vendría ser la madre de sus hijos y dos de sus hermanas; Gramsci en su lecho del muerte, en la prisión, o en una reunión del Komintern, modo: saltos en el tiempo y focos momentáneos.
En la primera parte me gustaban los capítulos de Anton, porque este hombre con que simpatizamos tanto inicialmente, pues comprendemos que debe ser feo ser excluido de la facultad, tener que trabajar en un diario de noticias locales, sentirse vacío con su esposa e hija. Y le deseamos un interesante viaje a Roma. Pero después la autora nos revela un Anton más vanidoso, profundamente egocéntrico, manipulador, perezoso, lo que duele un poco al lector porque lo pone en conflicto con la primera impresión, pero este cinismo no deja de ser cómico también. Por ejemplo cuando discute con su propia madre quien es más burgués o moralista. A mí me gustan este tipo de giros u operaciones en las novelas que le agarran desprevenido al lector y y le obligan a ver de otra perspectiva, pero lamentablemente esta vez el efecto se pierde en la nada.
Es una novela sobre las debilidades de dos (grandes) hombres que no tienen nada en común, uno es un profesor cualquier que usa demasiado perfume, fracasado tanto en la ciencia como en el amor, y el otro fue un hombre con grandes ideas, sensibilidades y fuerzas de voluntad encarcelado de por vida y privado de una buena segunda parte de su vida condenado a morir de a poco con sus enfermedades no tratadas y del abando.
Anton que recibe - ¡vaya truco literario! - una llamada de un colega que lo fuerza a dejar todo e viajar para perseguir un manuscrito perdido antes de que lo encuentre la competencia. Y que eso no le disgusta visto que de esta manera escapa de las ruínas de su matrimonio.
Hay escenas cortas bien dibujadas, Bossong escribe en tono ahora serio, ahora cínico, ahora bello. Encontramos palabras como "akademische Nachwuchstrueffelschweine". Se escuchan las gruesas ruedas de la gran cortina de hierro crujir sobre sus rieles en el cielo. Pero también encontramos escenas repetidas que me sacaron algún que otro bostezo: la confusión de Stöver, hombre más bien cobarde e enamorado de Gramsci, o tal vez ya no, pero ciego para tantas otras cosas. Se nos repiten los días de prisión de Gramsci, los días de su enfermedad, los ataques de nerviosismo de su esposa.
Anton tiene vagas recuerdos de un viaje a Roma en su infancia que coincidió con el momento en que secuestran a Aldo Moro, el primer primer ministro demócrata-cristiano que iba a firmar un acuerdo con los comunistas en el parlamento. De adulto alucina con encontrar Tatjana y Julia Schlucht, o Sraffa en las calles de la Italia del siglo XXI. De esta manera la autora aprovecha y cuenta un poco sobre el curso que tomo la vida política de Italia después de Mussolini, pero tampoco va muy lejos con esto, pero contextualiza y ambienta la trama para gente tan ignorante como yo.
No es una tarea fácil que se propuso Nora Bossong, una joven treintañera alemana de la que nunca escuché hablar pero en la que apuesto que va dar que oír.
Sin embargo, la novela no consigue encontrar un ton armónico o un desenlace interesante. No queda claro porque se contrasta al grande Gramsci con esta figura ridícula que no consiguió llamar la mínima atención en el mundo con sus escrituras académicas. Al final tampoco parece que a Gramsci el amor le interfirió tanto con la política. Creo que la ligación está en como en el amor al igual que en la política se habla de un "nosotros" y de un consenso o un compromiso, ejemplificado en como los hombres dejan sus necesidades individuales con dificultad para asumir las responsabilidades de pareja, pero quizás esto es un pensamiento que fuerza un frágil puente temático entre las dos corrientes narrativas. Pienso que la novela tiene una falla ligera que está en su construcción, en lo conceptual. Espero poder leer otras novelas de la autora.

P. D.: Por casualidad, tenemos un enorme póster de Gramsci en el pasillo de nuestra casa en que hasta ahora nunca había reparado:




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