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29 enero, 2020

César Aira - Prins (2018)



Una vez acabadas las novelas de Aira siempre dan ganas de leerlos otra vez para pescar todos aquellos chistes y dobles sentidos que se colaron en la primera lectura.
Esta novela salió una mezcla de temas y de estilos muy buena y muy propia de él. Unos temas de los habituales patentes son los laberintos y códigos- en especial el laberinto de la ciudad damero - como en La Villa y Las noches de Flores donde también hay crimenes, barrios populares, drogas e inspectores locos. Me temo que quien no conoce ninguna de sus otras novelas y quien no conoce Buenos Aires no las disfruta en pleno.
Sus caminos lo llevan hasta la facultad de Ingeneria de Las Heras - grandioso edificio gótico.
Prins trata de un escrito, o ex escritor, exitoso, de novelas góticas y su plan de cambiar su vida con ayuda del opio.
Pues la vida de un escritor de novelas góticas es dura,  "El manejo del anacronismo es muy exigente" (81), además uno puede perderse entre tanta sombra, tantos clichés, tantas puertas que crujen en la penumbre. Y, ay, luego de contratar los amanuenses, tanto ocio! Como llenar el tiempo. Y luego está la maldita Realidad.
Este personaje se mueve entre la realidad, la Historia y el mundo de su fantasia, más en el último que es muy grande, o también si se quiere en el sueño, eso no se distingue tan facilmente.
 "La realidad es cruel, y no tienen derecho a quejarse los que se aferran a ella con tanta pertinancia" (31-32).
Se queja también de la nostalgia del presente y de la atención que reclama su doncella.

Donde hay Opio? claro, en la Antiguidad, en los barrios del oeste, a los que se llega en el 126.
Cuando le preguntan cuanto Opio quiere, dice al azar y sin arriesgarse:
 - ¿Uno?
 Aira aplica una mezcla de un humor bruto o burdo, estilo Mendoza o Lorenzo, en esa manera de inventarse personajes caricaturescos, decadentes con desprecio y ignorancia hacia las clases bajas
un humor absurdo en que todo corre mal y hasta el más inverosimil detalle y los personajes hacen hasta el más estupido intento de quedar bien y quien busca un sentido lo busca en vano, y un humor meta-literario cargando contra la industria de edición y el mercado de la litertura de género o subliteratura.

Soy declarado fan de la escritura de Aira. Dicen que hay gente que no la aguanta. Su lectura siempre requiere atención y disponibilidad para seguir los caminos virtuosos y los saltos de tema en tema, de esta vez me decdepcioné un poquito porque había esperado un deselnace más revoltoso y rápido como a los que Aira nos acostumbró. Pero lo leería otra vez.

23 enero, 2020

Jon Bilbao - Padres, hijos y primates (2011)


En un viaje a Cancun, México, con su familia y esperando una llamada que podría salvar su negocio Joanes es sorprendido por un huracán y tiene que abandonar el hotel. Por un accidente en el que atropella un mono se atrasa En el ajetreo del tránsito de buscadores de refugio se cruza con un hombre que había sido su profesor en la facultad de Ingeniería que le hace recordar asuntos no resueltos y con su mujer. La situación de emergencia meteorológica los obliga a refugiarse juntos sumándose algunos otros personajes tremendos. Dos hombres respetables lejos de su zona de conforto, dos orgullosos egos en confronto, viejos rencores y nuevos temas de disputas (el único móvil con cobertura y un resto de batería) hacen el resto.
Me gustó mucho. Es admirable la técnica, no sobra ni una palabra. Tampoco falta. Es raro encontrar textos así. En poco más de 150 páginas Bilbao caracteriza varios personajes de modo eficaz y original, monta un suspense, descarga y le deja al lector que pensar. No repite ni recetas ni clichés. Consigue que no hubiera ni buenos ni malos y que ni el propio protagonista quedara como sujeto de confianza. Quien era culpable y porque? Cómo se desencadenó esto? Todos los seres humanos tienden a venganzas ciegas siempre que provocados en el sitio justo? Entretenimiento de alta calidad.


22 enero, 2020

Ernesto Sabato - El tunel (1948)

Me gustó está novela. Es corta e intensa, aunque un poco previsible, es libro directo y sin vueltas o páginas sobrantes.
No sé si la logro entender "bien", puesto que tiene más de 50 años no conozco su contexto de origen. Para mi ejemplifica la idea de la posibilidad absoluta del amor posesivo, después no sé si habrá que leer en clave psicoanalista o no. 
También se puede decir que estamos ante un retrato de un - "típico"? -  hombre abusador/femicida. La novela tiene como protagonista un hombre violento y celoso al extremo que luego de sus actos deplorables pide perdon de rodillas y finalmente - frente al lector - trata de explicar neutral y racionalmente sus actos.  Quiere forzar el amor y tiene un enorme miedo al fingimiento.
Busca comprensión porque sabe que a todo el mundo le gusta leer la historia de un crimen. Luego afirma: “no me hago  muchas  ilusiones  acerca  de  la  humanidad  en  general  y  de  los  lectores  de  estas  páginas  en particular

Juan Pablo Castel, pintor, 38 años muestra una actitud hacia el mundo racional pero cinica, por veces lógico, por veces confuso o infantil, exagerando las dissonancias cotidianas, una actitud que llega a ser facilmente identificable como enfermiza, o neurotica, pero al mismo tiempo el narrador, que es el protagonista tiene bastante autocritica y consciencia de sus orgullos y mequinidades, y el texto presenta el testemuño o la confesión de sus excesos que colman en un hecho fatal, en el asestinato de María Iribarte. El crimen se anuncia desde la primera página en que el autor introduce su motivación de relatar el hecho con imparcialidad.

La novela mantiene esta dualidad o ambiguidad en el personaje de Castel (dice, por ejemplo, "Mis  sentimientos,  durante  todo  ese  período,  oscilaron  entre  el  amor  más  puro  y  el  odio  más desenfrenado"). 
También ella es ambigua, no se entiende muy bien porque acepta irse con un hombre tan violento desde el primer encuentro.

14 enero, 2020

David Trueba - Tierra de campos (2017)



Se cuenta la vida de Daniel Mosca y de su exitoso grupo de música Las Moscas y de la muerte de su padre, el nascimiento de sus hijos y la muerte de su amigo y colega de banda y de todas las mujeres que amó o con las que estuvo y de las que se separó. La vida, los amigos, el amor y la familia son sus grandes temas.

Lo más reseñable es la figura de su padre, que es una personalidad que divierte a la vez insoportable y muy querible. Negando a su origen judío, oriundo de campo, pero llegado a la gran ciudad después de la guerra trabaja de vendedor ambulante. Es una persona que golpea a la puerta de la ducha para avisar al que está dentro que no debería desperdiciar tanta agua. Pero recoge a extraños para acogerlos en casa y hace de todo para su esposa enferma de Alzheimer. Para él la música para él es el arte de hacer ruido.

Es una novelas de así nomás, de entretenimiento, de te cuento mi juventud clasemediera. Encontré en Tierra de Campos un exceso de esa amenidad tan pareja que a partir de página 200 parece que pierde el aire y se queda cada vez más floja. Tiene 400 páginas. Y aunque cuenta lo del pasado y lo de ahora en alternancia queda demasiado lineal. Hacia el final se apaña un poco pero sin desarrollar un remate sorprendente. No diría que es mala, pero claramente le sobran páginas, sobre todo en donde se refiere a lo de “ser famoso”, “lo que la fama conlleva” y eso de “ser músico es así”. Con el tiempo eso de yo hago canciones” me resultó aburrido, exagerado, repetido. Con las frases al estilo de “porque el amor es..” ocurre parecido. Y vamos, eso de que hasta lo llamó Serrat para cantar con él se lo pudo haber ahorrado. Habla mucho de la música, pero tampoco diría que es un texto musical, que haga que al lector le suenen las melodias o que cite muchos temas o bandas conocidos.

Si quisiera ser exigente diría que Trueba aspira a leerse como Rodrigo Fresán (con el que comparte las referencias a la música o Roberto Bolaño pero no les llega a los talones por lejos.
Su prosa fluye pero no hay cambios de ritmo, en lo que cuenta no hay detalles como colores o olores memorables, apenas hay juegos de palabras, nada de ambigüedad, ni desenlaces sorprendentes. Pero no pasa nada, aún así pasé un buen rato. Su gran ventaja es que es muy fácil de leer y que no te pone triste. Un libro para cuando no se tiene mucha concentración para cosas cargadas de referencias.
Está narrado desde el “yo, insignificante”, sumandose así a la moda literaria actual, siempre con un toque melancólico o de nostalgia/tristeza en el que se pregunta de porque ciertas cosas se aprenden solo cuando es demasiado tarde, como por ejemplo apreciar a los padres. Y porque el amor no dura, etcetera.
Una rápida visita a wikipedia me confirma la sospecha autobiografica. Daniel Campos igual que David Trueba es de Estrecho, Madrid, cumple 30 en el año 2000 (casi), el real igual que el ficticio fueran a un colegio religioso.
Nunca vi un trabajo cinematográfico suyo pero a lo mejor Trueba (director y actor) es más de la gran pantalla que de la novela.
Rescato algunas frases que me provocan una sonrisa:

« Un hombre solo es como una pelota sin dueño. »
« Dicen que la mejor prueba de tu ansiedad es cuando tiras de la cadena antes de terminar de mear »
« El amor tiene esa divertida forma de poner a hacer gimnasia a la ilusión. »

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