Marius encuentra una chica perdida en busca del padre. Hanna, la nena tiene cabellos castaños, ojos negros, y catorce años. Esto también es casi lo único que sabe decir. Se ríe mucho, no parece entender mucho, habla con dificultad, en fin, está perdida. En sus manos Marius encuentra un guía de aprendizaje para personas con discapacidad, tarjetitas con ejercicios para aprender a ser "normal", como por ejemplo: proporcionar datos personales, reaccionar a estímulos, vocalizar molestias, abrir botellas, orientarse temporalmente, reconocer peligro, ocupar su tiempo libre de manera adecuada. La chica tiene Trisomía 21. Marius la acompaña, busca en institutos y pregunta en todo lado; como nadie quiere sabe de ella, se la lleva. Van a Berlín, a un hotel muy extraño. Es un hotel con cuartos que llevan nombres de campos de concentración y corredores que representan a escala el mapa geográfico del terror.
En el camino y en el hotel van conociendo personajes "invulgares". Un judío que en vez de disimular se llenó el cuerpo de tatuajes revelando su procedencia. El señor Vitrius que colecciona objectos extraños en una tienda de antigüedades, una especie de Don Quijote que se dedica a escribir una sequencia de números infinita para salvarse de las atrocidades del mundo afuera, continuando tal como lo hicieron sus antepasados. O los llamados "Siglo XX"s, hombres que entrenan sus mentes y cumplen la tarea de memorizar y recitar inmensos datos históricos relacionados con la historia judía y las enseñan a otros con el fin de evitar que la historia se borre como se quema a los libros. En capítulos cortitos, bien porcionadas, encontramos varios personajes tienen miembros del cuerpo desproporcionados, o habilidades e ideas que no encajan con el siglo, se adaptan de su manera a lo perverso de la realidad. Uma menina que está perdida no seu século à procura do pai muestra las diferentes rostros de la resiliencia, maneras de la memoria usando imágenes, música, números, cuerpos y palabras. Reflexioes interesantes sobre como se puede dar sentido al impacto del avanzar del tiempo. Me gusta mucho la escritura de Gonçalo M. Tavares, es muy clara y, a veces me recuerda la de Alessandro Barrico y aquí, hacia el final también a Levrero, aunque Tavares parece más "académico" que este último. Un libro redondito lleno de pequeñas parábolas. Bonito y fácil de leer, pero no es nada que me pareció muy especial.