Debe
ser mi libro del año 2020. Pensaba que no lo iba a terminar
más, pero eso fue bueno, porque me gustó
mucho.
Es una
novela capaz de recordarte lo extasiantemente bueno que es el
enamoramiento y hacer que la muerte de un personaje duela de verdad
en el alma del lector.
Son 530
páginas de novelón sin división en capítulos apenas
estructurada en cinco partes, de digestión fácil,
aunque sin duda podían haber sido más recortados en algunos
sitios.
- Aquí la luz es vieja
- Casi un corazón
- La gran manivela
- Acorde oscuro
- El viento es útil
Estamos en
el siglo XIX, en Wandernburgo, ciudad móvil, ficticia desde luego,
móvil por así decir porque históricamente le tocaba pertenecer ora
a Sajonia, ora a Prusia, más o menos entre Berlín, Dreden y
Leipzig, pero también “móvil” porque es laberíntica, las
calles parecen nunca estar donde uno las recordaba. Corren más
o menos los años 1820 aunque debe entenderse eso también no
exacto pero más o menos fluctuante o móvil.
Es
primeramente una gran historia de amor, protagonizada por Hans y
Sophie. Se incluyen innumerables cartas y
billetitos de amor. Las cartas de amor de
los dos llegan de formales, juguetones hasta ser tan literales
como pueden ser.
Hans el
viajero, eterno extranjero, llega ahí en carruaje, se instala
provisoriamente en una posada extraña, con costumbres un poco raros
y al cabo de unos pocos días decide y no se decide irse, se va
quedando como quien no quiere la cosa. Su trabajo de traductor se
hace por correspondencia y no le impide viajar y errar por ahí.
No hay
telégrafo en Wandernburgo y sus habitantes son bastante antipáticos
sobre todo en invierno, aferrados a la tradición, a la etiqueta
social, a sus jerarquías de familias, predominantemente católicos.
Sin embargo es un sitio simpático, sobre todo en verano, la ciudad
captura a Hans el viajero y otros personajes que están de paso, pero
no se convencen en abandonarla.Hay en estas tierras instalados
fábricas industria textil, explotaciones agrícolas, una burguesía
como clase dirigente y los pertenecientes a la iglesia.
Hans conoce
y se enamora de Sofía, hija de un burgués ya no tan rico, pero de
muy buena familia, y prometida a Rudi Wilderhaus, un joven noble de
alto rango. También se hace muy amigo de un músico de calle, un
viejo organillero que vive humildemente en una cueva en las afueras
de la ciudad cerca del Rio Nulte. Se puede decir que Hans se mueve y
traduce también entre diferentes clases sociales.
En la casa
de Sophie se organiza un salón literario en que se habla de
política, de literatura, música, filosofía, teología, cuyos
reuniones semanales se relatan pormenorizados y donde conocemos a los
contertulianos uno por uno con sus posiciones y opiniones y asistimos
al acercamiento entre Sophie y Hans. Sophie es la moderadora
excelente, siempre comedida, conciliadora, provocativa, inspiradora,
el alma del salón. Disimuladamente Hans se queda observándola
a tráves de un espejo, fascinado por su carácter no solo educado,
pero inteligente, bella, dueña de si mismo. Comprende que el único
camino de entrar en contacto es a través de su participación activa
en el salón, ya que como un simple forastero de pelo largo, birrete
jacobino, sin propiedad o rango no puede aspirar en encontrarse con
ella solas. Más adelante es ella que toma la iniciativa y consigue
la manera de evadir las convenciones bajo el
pretexto de una colaboración literaria que emprenden.
El verano
que se extiende como un paréntesis, posibilitando reuniones
privados y escapadas al campo. El viajero
del siglo tiene como eje temático (además del amor) la
traducción el oficio del traductor, y de la
escritura. La traducción como puente, el amor como traducción.
Corrigen, traducen, recopilan, escriben ensayos, leen a
Heinrich Heine, Camões y Bocage.
Por momentos
parece una novela de educación o de formación (soy adepta del
género). Neuman se sirve de un narrador omnisciente, su realismo
capta “todo” hasta las emociones del perro y las situaciones
miserables de los trabajadores de las fábrica, de los campesinos sin
tierra y la doble vida de los sirvientes, o de la hija de la posada.
También se incluyen las entradas que hace el
padre en su libro del estado de almas.
El
viajero del siglo no es lo que se dice una novela
histórica, sin embargo explica el contexto de la encrucijadas de
situación política de Alemania y Europa y las discusiones sobre
narrativa, drama, poesia, filosofía románticas que tuvieron lugar
en la época. De alguna manera siento también que todo esto podría
suceder de forma no muy diferente ahora en el siglo XXI.
Por ejemplo
hablan en el salón de la aparente disyuntiva de idea racional versus
emoción, la idea de Europa, las aduanas, de Francia, Napoleón, la
restauración, literatura-mundo, siempre vuelven al tema del
nacionalismo. Discuten a
Kant, Fichte, Herder, Schlegel y Hegel, Novalis, Goethe.
Leen a Schiller, Calderón y Quevedo.
Sophie
insiste en hablar de la opresión de la mujer pero afirma su
feminismo en reflexiones más complexas de simples reivindicaciones o
rebeliones.
Neuman logra
que el lector concuerda que algunos casos
es más sabio y más valiente hacer caso al padre y aceptar el
casamiento y solo clandestinamente desobedecer y no huir con Hans. El
autor hasta logra hacer que el noble Rudi, futuro esposo que no tiene
mucho interés de las artes o de ámbitos sociales por debajo de su
nivel social merece simpatía y un poco de pena.
Es
impresionante la investigación histórica que debió de hacer Neuman,
las revistas literarias, la poesía joven alemana, los libertinos
franceses, la censura personajes celebres, acontecimientos,
costumbres, nombres de diferentes tipos de carruajes y por ahí fuera
(no sabía que se tomaba tanto café en la época).
Para una buena introducción al autor y libro pueden escuchar esta entrevista aquí: #4: Andrés Neuman - “El viajero del siglo” --> http://www.ivoox.com/32150018
Muy
recomendable.