Imaginen volver del trabajo y darse con que de repente todas las personas han desaparecido. Se ha escrito muchos libros y filmado muchas películas sobre esta posibilidad, y es esto mismo que le ocurre a Simba Ukolo, primer personaje que nos presenta Pepetela, el autor angolano cuando re-narra en estas casi 400 páginas una especie de metáfora nova del Arca de Noé.
El médico después descubre que no son
todos, apenas la gran mayoría de seres vivos que acabó de existir.
Algunas pocas personas quedaron, entre ellos Geny, una vieja
religiosa de una de las nuevas iglesias africanas con quien Simba se
topa de primera. Van dando vueltas por la ciudad y de a poco van
apareciendo más sobrevivientes. Notan que tampoco quedaron animales,
con excepción de una abeja, una gallina, alguna hormiga. A medida
que Simba y Geny van recorriendo los alrededores de Calpe, el grupo
crece. Todos están traumatizados y desconcertados con la perdida
súbita de su familia y todos a su alrededor sin aparente explicación
y acaban por desarrollar sus maneras individuales de resiliencia
psicológica.
Pepetela pone en juego a sus personajes
como individuos una vez desnudos de las presiones sociales y al mismo
tiempo más atrapados en ellas que nunca porque no hay escapatoria a
este grupo de personas. Es decir están solos en el mundo, en sus
casas, calles, barrios y la única cosa en la que muchos de ellos
piensan durante semanas es oro, dinero, armas y sexo. Es raro, yo me
imaginaba la cosa completamente diferente. Enloquecería
irrevisiblemente si el mundo se redujera a unos pocos. Pero como se
trata de un experimento mental, vale la pena seguir antes de juzgar.
Aunque primero libertos de su función social o
profesión en la sociedad, pues sin gente poco de ella queda, en el
tiempo y situación narrados se quedan reducidos a esta, o también a
su característica mas obvia. Tenemos el médico que siempre está
atento a procurar vida, Jude, la adolescente en plena descubierta
sexual, la joven y Ísis, la bellísima historiadora somalí, el
etiopiano curandero que trata problemas de fertilidad, el pescador,
el mecánico y Nkunda, el niño. Está ahí el preso que a pesar de
ser liberto de la cárcel no deja de ser “el ladrón”. Están
“los blancos”: Jan, el sudafricano militar con nombre holandés y
Janet, la estudiante norteamericana que estudia los gorilas. Se habla
suahili para entenderse.
Esta cuestión de usar el formato de utopia deja
espacio para la fantasía es fascinante, surgen tantas preguntas: La
la comida de toda la ciudad se pudre o no? Hay bacterias vivos y
cosas así, microorganismos, lombrices? Los carros pararon de golpe
o siguieron camino hasta chocar, los aviones cayeron? Como la
narración de partida ya comienza inverosímil, Pepetela se libra de
la lógica, no esta comprometido a nada. Y de ahí ya mucho pode ser,
pode que la nena de 16 años solo piensa en reproducirse para salvar
la especie y que sea con el médico que parece ser profesor o que
todos siguen en esta onda de vanidad acumulando dinero para el caso
de, mismo cuando ya se probó inútil hace tiempo,
Creo que Pepetela muestra la esencia del hombre
como ser “social” del hombre, nadie de los personajes anda mucho
tiempo por si solo, todos buscan el grupo, nadie aguanta quedarse
solo por más de un día. Dado este dato, hasta se podría pensar que
hay muy pocas discusiones entre ellos. Poco a poco se cristaliza una
especie de auto-gobernación, o deliberación de derechos y
obligaciones. Sobre todo se debate sobre el rol de mujeres y hombres
y ahí siempre se deducen “deberes” morales, aunque todos saben
que 3 mujeres en edad fértil no alcanzan para construir otra
humanidad. Mismo así se lucha para la pareja, ora por deseo sexual,
ora para procrear y agarrar el “mejor de los machos”. Se
establecen también relaciones de autoridad sobre todo basadas en la
diferencia de edad, o de educación. Las parejas que se forman no son
las más previsibles, como también otras cosas no lo son para nada,
por ejemplo es la adolescente quien torna a ser la más adepta a
guiar aviones.
Ahora todos pueden decidir si prefieren apoderarse de la
tecnología existente, quedarse en casa a cocinar, o de ahora en más
simplemente beber tanta cerveza que le apetece, caso del pescador.
Se cristalizan una especie de “deberes”, como
el deber de ver si de los suyos quedan, la familia, el grupo étnico,
la aldea. Es este asumido deber que obliga a Jan ir a Sudáfrica y
que lleva a Janet a querer llegar a Norteamerica.
Y el segundo gran tema de la novela es África. Ya
la primera frase, “Chamo-me Simba Ukolo, sou africano e
sobrevivi ao Fim do mundo.” sitúa la narración declaradamente
en África. El personaje central debe ser Ísis, la mujer africana
independiente, la única que dice que las mujeres del grupo determina
sobre si y sus placeres y deberes, sin obligaciones morales de salvar
la “especie” ningunos.
La ciudad de Calpe se situa en un país tropical
(ficticio) montañoso entre Angola y Mozambique, pero más para el
norte, casi en la línea del Ecuador. La región descrita es la de
los grandes Lagos entre Uganda, Tansania y Kenia. Es esta región que
algunos llaman la cuna de la humanidad (en el mito científico de la
evolución del hombre a partir de África?).
Un día el grupo resuelve ir a Europa (y no sin
pensar siempre “si allí resulta estar todo normal, no nos dejarán
entrar y hasta nos dispararán”) y es entonces cuando el grupo se
divide, Geny, la veterana religiosa y Riek, el curandero se niegan a
poner pie en un avión. Se quedan entonces en Calpe aguardando. Por
iniciativa de Ísis pasan por Egitpo, aprovechando que ahora pueden
ver las ruinas del imperio africano más grande, más “civilizado”,
visitan los templos, las ruinas de Luxor, los museos, navegan por el
Nilo en el que ya no hay crocodilos. Y siguen, pero no quiero revelar
todo. En Europa pasean por Roma y París en busca de patrimonio cultural de sitios que hasta ahí les fue imposible ver. Me pareció
de repente una cosa muy aburrida, los personajes no hablaban de otra
cosa que de salvar la especie, de una imperativa moral, no son nada
egoístas, cenan en el mismo hotel, y conversan un poco. Me pareció
inverosímil demás y además escrito de forma rápida sin construir
tensiones interesantes o reparar en detalles y referencias.
Los frecuentes cambios de perspectiva de narración
me irritaron y los comentarios como “como ya hube ocasión de
ser dicho” o lo que “no vale la pena ser aquí repetido” me
impiden olvidarme del autor. Estos elementos curiosos para
condimentar la novela se acumulan hacia el final. Deja de ser una
novela pos-independencia de literatura africana de lengua portugesa y
pasa a ser una de estas películas que veo cuando tomo café en el
café de la esquina (en el barrio das colonias o “novas nações”) que
tiene cuatro pantallas con programas diferentes), la mayoría peliculas
norteamericanos. Hasta aparece un manuscrito encontrado, un segundo
Hitler (austríaco, por acaso) y una montaña con cuevas secretas y
leyendas que debe ser ésta que una vez visité u otra ahí al pie.
Ahí, pienso yo, se le va un poco de las manos a Pepetela, sintiendo
al mismo tiempo que me gustan mucho los autores con coraje de
intentar cosas/contextos/formatos, etc. más experimentales. Quizás
estoy siendo duro, no es realmente mala. En fin, creo que me había
esperado más de esta novela, un desarrollo más profundo, pero
quizás simplemente no lo estoy viendo.
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