Es la historia de Benito, un químico, amante del chichón e inventor que intentar comercializar su producto (una pócima para frenar la degradación de la madera) del que le acaban de asignar la patente. Una empresa inglesa le mostró interés pero después duda y se envuelve en silencio y Benito asume la tarea de llamar e insistir y todo con su pobre inglés del instituto. Pero lo que le aflige es que hace años que no la pone, no folla, no coge, no garcha, no porla (Lorenzo se inventa palabras propias) a pesar de ser aunque guapo no, pero un buen chico y inteligente. Conoce una chica que podría ser su par perfecto, una estudiante de química y amor en persona pero estan todas las trampas de meteduras de pata que impiden su felicidad.
Hace poco vi una peli madrileña (El día de la bestia) y el tipo de humor se asemeja a el de los libros de Santiago Lorenzo, pero claro en versión textual y no visual. Es un libro de humor del estilo de todo que puede correr mal, va correr mal. En el medio hasta hay cosas que van por buen camino, pero aún así me pareció bastante previsible. Sí, con algunas frases me rìo mucho, sus descripciones y juegos de palabras son buenos, sí que no digo que perdí mi tiempo, pero a pesar de eso no entiendo por que sus novelas son tan valoradas. En si me gusta la onda de Santiago Lorenzo, sobre todo el rol que juegan en sus novelas los espacios y en este caso los barrios de Madrid, me gustan también sus personajes aunque algunas se parecen mucho entre si, pero sus argumentos me saturan al poco tiempo. Hace poco me he leído Los millones del que al final concluí que me gustó más que Las ganas y tengo por aqui también Los huerfanitos.
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