Michel
Houellebecq, el polémico
autor con nombre impronunciable,
no pudo tener más suerte con la
públicación de „Sumisión“, encontró el nervio de sus tiempos.
Suerte es una palabra inadecuada aqui, porque obviamente no hay nada
de bueno en un atentado, exepto para los números de venta de su
libro. Justo salió el mismo día que los ataques a los periodistas
de Charlie Hebdo en enero 2015 y el autor ahora tiene
escolta policial.
Habiendo leído y escuchado solo (es decir
nunca le daba mucha bola) solo superficialmente de esta nueva
novela, al principio me decía que no me interesaban tal cosas, no
creía que Houellebecq merecía tanta atención.
La novela está situada en el futuro
cercano, en 2022 y recurre a un estilo de narrativa realista. Los
personajes se llaman. entre otros, Hollande y Le Pen y por lo tanto
no es de extrañar si luego aparece gente que interpreta el texto
como un comentario político, mas que una obra de ficción. Ya el
título en combinación con a imagen de la tapa evoca una imágen
clara. La torre Eiffel bajo La creciente
y estrella, símbolo
del Islam, una sumisión de una nación bajo una religión y
cultura.
Houellebecq es eso, un narrador frio,
cínico, provocador y por cierto valiente.
Ahora
(y no sé de dónde vino este cambio) me parece
sumamente interesante este personaje público
entre actor, autor, chivo expiatorio
y celebridad
estrella. Lean las entrevistas, por ejemplo aquí.
Pero es un interés más analítico que
literario.
Tema
de sus novelas de las cuales ya leí y reseñé “Las partículaselementares”,
es frecuentemente el
mundo occidental pos-/tardio-capitalista: el consumo, el turismo sexual, la
experimentación genética, el terrorismo, la obscenidad hedonista,
la falta de
sentido religioso o familiar en la vida.
Su
protagonista François, un profesor universitario, experto en
Huysmans, es una caricatura del hombre moderno en lo que antaño era
considerado la capital cultural de Europa, en París. Esta caricatura
le salió un buen tanto exagerada, el hombre es extremamente
machista, individualista, hedonista y no se interesa para nada por la
política, hasta el día en que la guerra civil parece inminente.
El
autor de las que muy resumidamente se conoce como „islamófobo“ o
de „derecha“ escribió aquí una novela sobre una hipotética
Francia islamista. Sus críticos ya saltaron antes de haber visto
bien de que se trataba y no vieron todo el sarcasmo y ironía que
llena sus páginas. Pero parece que a Houellebecq le gusta ese papel del malito de la política. Y sus efectos en el mundo de las opiniones culturales son gracioso.
El
Argumento
(cuidado
spoiler):
Se
describe el panorama social y político del 2022. Después de
disturbios y atentados que fueron silenciados en los medios el
conflicto se resuelve con el triunfo electoral de Mohammed Ben Abbes,
carismático líder de un
partido musulmán moderado al que se apoya ampliamente como estrategia
para no dar pie a la ultraderecha.
Sigue la
descripción de la islamización. Sin escándalos, nada de
fundamentalismo. La Unión Europea se expande por alrededor del
mediterráneo, todo sin problemas, hasta la ciencia se reconcilia con
el Islam, o mejor dicho los líderes musulmanes se reconcilian con
ciertas partes y formatos de la ciencia.
Francia
vence el desempleo. Era tan fácil, las mujeres se quedan en casa a
cocinar, las subvenciones estatales para familias suben y el dinero
fluye de Arabia Saudita.
El
protagonista tiene una crisis personal cuando pierde su trabajo y al
mismo tiempo una amante, aunque ambos nunca lo había satisfecho de
verdad.
En
estos
tiempos de crisis el protagonista se aferra a lo único que aún
tiene en la vida, su trabajo de especialista en Huysmans.
El
escritor francés del siglo XIX, vaya
coincidencia (me dijo wikipedia) “expresan
un disgusto por la vida moderna y un profundo pesimismo”.
Igual a este
vacila en la vida y en fin se abre hacia la fé. Más o menos sin
creer, ni entenderlo se acerca a la vida de los creyentes.
La religión y
la política entonces son ahí compatibles, pragmáticos en algunos
casos, como el de encontrar una esposa o trabajo o hasta alguna
sensación de grandeza y necesidad de pertenecer exigido por un
subconsciente. El narrador plantea la posibilidad de una Sumisión
como elección voluntaria,
como modelo necesario para la felicidad, para un fin mayor que el
hombre, o no es,
como todos pensaban,
una utopia negativa de
un futuro cercano dentro de lo posíble.
Mi opinion:
Al final no es la
gran cosa, queda claro que la prensa levanta más polvo que la novela
justifica.
Es una novela bastante corta (según
Internet la edición española tiene 288 páginas, pero mi pdf alemán
tenía menos de 100, supongo entonces que lo imprimieron con letra
grande) y mucho menos escandalosa en su contenido ideológico que nos
hacen creer.
Parece que para
Houellebecq aplica el dicho „Any press is good press“. No es nada
tonto, el chabón.
Me sorprendió lo
natural y
tranquilo se presenta su explicación de los acontecimientos
políticos. No hay action,
ni moralismos, era
diferente de lo que pensaba y al mismo tiempo es tan banal. Tuvo
algunas ideas interesantes, a nivel político, pero se agotan
rápidamente. El
tipo podría seguir escribiendo en el mismo estilo, repitiendo la
misma pauta y seguirá haciéndose rico y famoso. Eso
de leer cada vez sobre vidas sexuales frustrados no me atrae mucho,
es cansativo, ahí siempre me pregunto como el autor consigue tantos
lectores.
Si la novela está justificada o no,
es, en mis ojos, la falsa pregunta. Los artes son el espacio para
justamente eso, para jugar con hipótesis e ideas locas. Si la novela
es buena es otra cuestión completamente diferente.
Ahora disculpen si ya que les conté todo y se
quedaron sin ganas de leerlo.