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25 agosto, 2016

Juan Carlos Onetti - El astillero (1960)



Recuerdo, que de la vida breve no había entendido nada, me decepcionó. Creo que ni la pude terminar, tan abstracta, retorcida y seca me parecía. No conseguía entrar en el estilo de Onetti, que es denso, lleno de adjetivos y pensamientos grises. Tampoco en el astillero se entiende mucho de la acción, porque los narradores no son todos de confiar, pero se aprecia el intento de envolver todo en palabras
Pero ahora reconozco que Onetti es uno de los grandes. Cínico y ambiguo, como me gusta a mí, se nota que tiene más placer en escibir sobre las cualidades feas del hombre de que otra cosa. Leer esto es como terapia, se mastican temas hasta que algo se disuelve. Lento, de sabor extraño, pero suspenso y envolvente al mismo tiempo. 
Para el astillero Onetti cr el antihéroe Larsen, que como casi todos los personajes tiene nombre de inmigrante, y ese su universo cinematográfico alrededor de la ciudad de Santa María (la misma de otras novelas), que posa sobre palos contra las subidas del río, donde huele a pez muerto y los faroles son amarillos. Queda cerca de Entre Rios tal vez, pero diferente, mas oscuro, desolado y conectado solo por vía fluvial con el resto del mundo. Ya ni nos imaginamos tener que llenar tanto tiempo. El estilo de Onetti parece predominantemente descriptivo, pero no lo es, la trama se construye a partir de recuerdos de testigos, y es por eso que el lector no se aburre, porque tiene que dudar, decidir a quien creer y a quien no, juntar las piezas del puzzle.
El astillero es un ambiente de decadencia, de eterna crisis y pesimismo, que me acordó un poco a Corazón de las tinieblas de Jospeh Conrad, aunque la historia es diferente. Pero tiene esa manera que hace el protagonista avanzar o abandonarse, sin saber si hay esperanza, adonde lleva el camino y  de quien se puede confiar. Cando Larsen vuelve a a cuidad, le ofrecen el puesto de Gerente. Claro  que es una oportunidad de volver a poner pie en la ciudad y parece que lo pusieron a prueba. Nosotros los lectores sabemos también que él no puede ser inocente. Queda lindo ver este astillero todo podrido a caer en pedazos, bajo el rocío blanco de las heladas, oxidándose, a fundirse irremediablemente. En este lugar mismo el Gerente General pasa hambre y todos saben que el jefe no va a pagar al fin de mes, que es todo una farsa. Hace dos generaciones que todos los cheques emitidos son falsos. Pero hay un rumor que dice que todo está en vías de ser arreglado, los gobiernos cambiaron, los negocios avanzan, pero ninguna información es segura. Por las dudas Larsen inventa un plan b, se acerca a la hija del jefe y a la mujer de su colega, (que además ocupa un lugar importante en la historia, pero no se menciona su nombre) y trama una especie de amistad con los administrativos. Fingen mantener todo a andar, juegan a trabajar, como si el sistema existiese, como si su vida tuviera sentido, y terminan miserables y enemigos, sentados en la casita de cuatro chapas detrás del astillero, con los perros sucios y nada más que hacer que vender material del depósito para sobrevivir, asar un trocito de carne con la madera de las traviesas del carril, escuchar la lluvia y hasta beber un copo de aguardiente casero, por mal que fuera. Todos saben que al viejo y misterioso propietario de la empresa Jeremías Petrus, le importa más el juego que ganar. Pero el juego hace rato que se tornó independiente de ellos, su condición de hombres que huelen dinero aunque saben que no hay forma lícita (el mundo es ilícito) de ahí llegar. Permanece la duda de si existe otro mundo ahí fuera, o mejor dicho, todos tienen la certeza de que existe, pero nadie toma la iniciativa, el primero paso, que significaría dar un adelanto de confianza y buena fe en el mundo.
No me imagino lluvia más áspera (llueve casi sin parar, durante el libro todo, con alta humedad y viento frío, solo al final, cuando el lector ya está ansioso por un esclarecimiento, escampa y da lugar a una luz cruel y cortante), ciudad más siniestra, no me imagino mejor uso del sombrero para describir un personaje. Esta novela es la mejor muestra de que la maldad está hecha por desespero, desolación, y que todos hacemos parte. Y que está cubierta por un sistema abiertamente falso y disfuncional, que alimentamos, con la esperanza de que nuestra lealtad sea recompensada. O talvez aceptamos que en esta sociedad miserable nunca pasa nada, nos acostumbramos al tedio, desespero y nos empeñamos en dissimularlo con mucho estilo.
Ahora me siento como si tuviera pasado un invierno dentro del libro. Me va a costar volver al verano mediterráneo.
No entendí bien el final /casi que me enojé con Onetti por eso. Y perdí el papelito donde anoté mas cosas que quería escribir en esta resenha.

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