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22 junio, 2019

Edmundo Paz Soldán - El delirio de Turing (2003)



Fue la primera novela boliviana que leí,  ya era tiempo. Igualmente no sé que tanto representativa seria de la narrativa contemporánea del país andino, pero fue ganadora del Premio Nacional de Novela de Bolivia. Por las Internetes, el nombre de Paz Soldán vuela, estaba con altísimas expectativas. Se lo elogia de lo más alto en todos os cantos, sobre todo en lo que toca a ciencia ficción y es algo que a  mí me gusta. Siendo así no fue difícil desiludirme. No me valieron los veinte pavos que pagué.
En El delirio de Turning, situada en Rio Fugitivo, ciudad imaginaria, Edmundo Paz Soldán traza un puente entre las comunicaciones clandestinas de los "subversivos" y los espías que los siguieron durante la última dictadura militar y los hackers antiglobalizacistas un tanto romantizados del siglo XXI con su lenguaje de chat en abreviaciones. La historia envuelve a Miguel, su mujer y a su hija todos metidos en la informática. A todos los personajes les gustan los jueguitos de matemática y paradojicos como son en el manejo de sus valores, a todos les gusta comer en McDonalds, la esposa del protagonista, por ejemplo es hipocondríaca y fuma tabaco negro. Las tecnologías son su su medio, pasan el día en Playground que seria algo como red social/juego de realidad virtual y plataforma de negocios clandestinos.
Poco a poco se va revelando que los trabajadores de la seguridad de comunicaciones nacional que combaten los hackers tienen pasados sucios. Esperaba aprender alguna cosa sobre el criptoanálisis. pero nada más que comienza con números que substituyen letras del alfabeto como en los enigmas de la última página del periódico.
(Después de expectativas siempre viene un pero). Al inicio me decepcioné un poco, el estilo de policial bestseller-estándar de capítulos alternantes me recordó de Perder es cuestión de método de Gamboa de Gamboa y, si bien no es policial, a Angosta de Faciolince que tiene un Salto de los Desesperados, Rio Fugitivo tiene un Puente de los Suicidas. Tiene ese aire didáctico de tener que explicar que es Latinoamérica a lectores europeos/norteamericanos: que es el neoliberalismo, que significa la privatización, que el precio de la luz eléctrica cobrado por una multinacional privada que controla la hidroelectrica toda del país, como viven las diferentes generaciones la transición dictadura-democracia en los 80 y sus consecuencias cuando no se ha hecho justicia, cambiado personajes políticos ni trabajado la memoria colectiva. Y además quiere sensibilizar el lector acerca de lo que significa ser el país más pobre/con menos tecnología dentro de Latinoamerica disputando este lugar apenas con Paraguay y como eso refuerza los contrastes de formas de vida (tradicional/modernos, local/internacional etc.) que la globalización agudiza y que se observan también en los deseos y formas de pensar de los personajes.
Después de un rato, más o menos llegando al tercio de la novela los personajes toman formas más multidimensionales. También los hechos narrados, a pesar de placativos, se vuelven un poco más substanciosos, más creíbles. Como la represión en las calles, el miedo de que vuelvan los militares, el cierre de universidades, todo eso de repente parece más real leído en el 2019 con los Bolsonaros, Trumps y Macris de que unos años antes. La novela se publicó en el 2003, o sea antes de la llegada al poder de Evo Morales, altura en que Bolivia también lucha con una crisis económica e con inestabilidad política, también antes de WikiLeaks, el escándalo de la NSA en Alemania, Anonymous, y en términos de ficción: Blackmirrow y todo eso. Reconozco no estar muy informada sobre los acontecimientos en este país, pero entiendo, a grandes rasgo la situación de Bolivia como parecida a la de sus países vecinos del sur, en los 90 se experimenta durante una década con políticas neoliberales, aconsejadas por Estados Unidos. En el que el estado no tiene el monopolio de poder y se va integrando con la idea de hacer todo más efectivo y barato. En la novela, la realidad es tan fea que el simulacro de las tecnologías crea mundos más amenos. Además, el internet con sus múltiples personajes/posibilidades/lenguajes es tema muy literario, se presta.
Sin embargo, concluyo que la novela no es para tanto, los hilos de las historias acaban en una nadita bastante previsible y nada, deja caer muchas veces palabras como cibercultura y ciberhacktivismo, cibercrimen, ciberterrorismo, y ciberanarquía.prometió mucho más de lo que entrega.

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