Segunda novela de Douglas Stuart, después de la excelente Shuggie Bain. Aquí el autor elige continuar una temática similar, lo que algunos le reprochan (una reseña de un periódico escocés), a mí no me parece mal seguir con las coordenadas básicas para más un libro, porque creo que la pobreza, la violencia, la familia, la juventud y el amor son temas inagotables, son los elementos de los que estamos hechos muchos de nosotros. Ahora sí que me parece que con casi 400 páginas la novela quedó un poco larga, sobretodo para quien ya ha leído Shuggie Bain y ha conocido como es vivir en bloques de habitación social.
Me gustó leer sobre el viaje de pesca al que la madre de Mungo le envía con dos hombres desconocidos lejos en la campaña escocesa.
En general creo que me cuesta un poco leer los paisajes de violencia, si fuese una película tuviera que cerrar los ojos y tendría pesadillas después. Lo que en mi opinión falla un poco en esta novela son algunos de los personajes principales, yo no empaticé con Mungo de la manera que lo hice con Shuggie, no entiendo cómo puede amar a una madre tan mala madre y mala gente, si bien en la novela tiene su explicación lógica, Mungo, introvertido, con sus quince años se comporta aún como un niño en muchos aspectos ya que le faltaba estructura y amor en toda su vida. Será tal vez una cuestión más de como está configurada mi intuición personal pero a mí no me entraron bien los personajes. La madre, el hermano mayor y Jamie (muchacho del que se enamora Mungo) me dejaron fría, un poco indiferente. Sin embargo creo que es una buena novela, que vale la pena ser recomendada, escrita con corazón y suspenso y un lenguaje con muchas imágenes originales.
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