No es lo que el dibujo de la capa del libro falsamente promete. No es un
libro sobre orgías, no es un libro sobre sexo, y sobre canibalismo,
aunque haya también de eso.
(Hay "abrazos maquinales", hay "quienes se abrían como flores o como bestias, quienes se paseaban buscando entre la multitud el objeto adecuado a imaginación, con una minuciosidad descabellada, del que quiere hacer coincidir, como si estuviesen hechos de la misma pasta, lo interno y lo externo." (p.67))
Estamos ante una pieza de antropología/etnografía ficticia, si bien que un antropólogo "real", o verdadero, seguramente pensaría que es ridícula, pero no importa. Habla de ciclos de vida, de instintos arcaicos, de los deseos, del valor de la vida, del lenguaje de un pueblo o una tribu. También habla de la perspectiva de que se puede tener de aquello desde afuera, o afuera a medias. Y de los recuerdos y los sueños como formas de realidad, o de experiencia apenas separados del ahora por el tabique del cuerpo.
Aún conozco poco de Saer, pero sé que le preocupan mucho las cosas reales, la inmanencia, la tangibilidad de las experiencias, lo inmediato y también el presente. (Puede haber un espacio real más "raro" que un barco, un espacio tan pequeño y cerrado y sin embargo abierto, abundante en horizonte e imprevisible, la heterotopia par excellence para Foucault). Así, el cielo y el mar son/parecen irreales la tierra "virgen" pisada solemnemente se niega a este sentimiento de su fundación porque a pesar de todo parece siempre haber estado ahí. El descubrimiento del mundo, de las Indias es un tema que presta para pensar en "realidad": la propia y la ajena; la de la noche y del día; la del verano y del invierno, estados de ebriedad y de lucidez. La luz es muy importante también. Y la actividad propia, la cercanía de los objetos, la nitidez de la vida, densidad tal vez. (Son cosas en las que me pongo a pensar cuando estoy en el campo, cuando trabajo, cuando estudio, sin embargo nunca llego a conseguir definir lo que seria entonces precisamente "la realidad").
He leído Nadie Nada Nunca. En comparación, por su estructura narrativa y por su lenguaje, El entenado es mucho más fácil de leer, a veces me parecía una novela juvenil con mezcla de aventura y alguna moral escondida, pero a medida que uno piensa en el texto se torna más complejo, sobre todo si pensamos en como los "nuevos mundos" en las Américas fueron saqueadas y diezmadas.
(Hay "abrazos maquinales", hay "quienes se abrían como flores o como bestias, quienes se paseaban buscando entre la multitud el objeto adecuado a imaginación, con una minuciosidad descabellada, del que quiere hacer coincidir, como si estuviesen hechos de la misma pasta, lo interno y lo externo." (p.67))
Estamos ante una pieza de antropología/etnografía ficticia, si bien que un antropólogo "real", o verdadero, seguramente pensaría que es ridícula, pero no importa. Habla de ciclos de vida, de instintos arcaicos, de los deseos, del valor de la vida, del lenguaje de un pueblo o una tribu. También habla de la perspectiva de que se puede tener de aquello desde afuera, o afuera a medias. Y de los recuerdos y los sueños como formas de realidad, o de experiencia apenas separados del ahora por el tabique del cuerpo.
Aún conozco poco de Saer, pero sé que le preocupan mucho las cosas reales, la inmanencia, la tangibilidad de las experiencias, lo inmediato y también el presente. (Puede haber un espacio real más "raro" que un barco, un espacio tan pequeño y cerrado y sin embargo abierto, abundante en horizonte e imprevisible, la heterotopia par excellence para Foucault). Así, el cielo y el mar son/parecen irreales la tierra "virgen" pisada solemnemente se niega a este sentimiento de su fundación porque a pesar de todo parece siempre haber estado ahí. El descubrimiento del mundo, de las Indias es un tema que presta para pensar en "realidad": la propia y la ajena; la de la noche y del día; la del verano y del invierno, estados de ebriedad y de lucidez. La luz es muy importante también. Y la actividad propia, la cercanía de los objetos, la nitidez de la vida, densidad tal vez. (Son cosas en las que me pongo a pensar cuando estoy en el campo, cuando trabajo, cuando estudio, sin embargo nunca llego a conseguir definir lo que seria entonces precisamente "la realidad").
He leído Nadie Nada Nunca. En comparación, por su estructura narrativa y por su lenguaje, El entenado es mucho más fácil de leer, a veces me parecía una novela juvenil con mezcla de aventura y alguna moral escondida, pero a medida que uno piensa en el texto se torna más complejo, sobre todo si pensamos en como los "nuevos mundos" en las Américas fueron saqueadas y diezmadas.
Al inicio parece introducirnos en un mundo fantástico, me pareció atisbar algún toque tipo bioy-casariano, pero no. Se trata de la realidad de unos "otros" fuera o al limite de nuestra imaginación. Tiene muchas frases subrayables y creo que logra evitar bastante bien cualquier toque romántico.
Saer es un gran observador de la naturaleza lo que normalmente juega a su favor, pero tengo que admitir que me aburre también un poco su repetitividad; la reflexión final del libro no me gustó mucho, pero sin embargo concluyo con la convicción de haber leído una novela notable y de un carácter muy original.
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