Se
cuenta la vida de Daniel Mosca y de su exitoso grupo de música Las Moscas
y de la muerte de su padre, el nascimiento de sus hijos y la muerte de su amigo y colega de banda
y de todas las mujeres que amó o con las que estuvo y de las que se separó. La vida, los
amigos, el amor y la familia son sus grandes temas.
Lo
más reseñable es la figura de su padre, que es una personalidad
que divierte a la vez insoportable y muy querible. Negando a su origen judío,
oriundo de campo, pero llegado a la gran ciudad después de la guerra
trabaja de vendedor ambulante. Es una persona que golpea a la puerta
de la ducha para avisar al que está dentro que no debería
desperdiciar tanta agua. Pero recoge a extraños para acogerlos en
casa y hace de todo para su esposa enferma de Alzheimer. Para él la
música para él es el arte de hacer ruido.
Es una novelas de así
nomás, de entretenimiento, de te cuento mi juventud clasemediera. Encontré en Tierra de Campos un exceso de esa
amenidad tan pareja que a partir de página 200 parece que pierde el
aire y se queda cada vez más floja. Tiene
400 páginas. Y
aunque cuenta lo del pasado y lo de ahora en alternancia queda
demasiado lineal. Hacia el final se apaña un poco pero sin desarrollar un remate sorprendente. No diría que es mala, pero claramente le sobran páginas, sobre
todo en donde se refiere a lo de “ser famoso”,
“lo que la fama conlleva” y eso de “ser
músico es así”. Con el tiempo
eso de “yo hago
canciones” me resultó aburrido,
exagerado, repetido. Con
las frases al estilo de “porque el amor es..” ocurre parecido. Y vamos, eso de que hasta
lo llamó Serrat para cantar con él
se lo pudo haber ahorrado. Habla mucho de
la música, pero tampoco diría que es un texto musical, que haga que al lector le suenen las melodias o
que cite muchos temas o bandas conocidos.
Si
quisiera ser exigente diría que Trueba aspira a leerse como Rodrigo
Fresán (con el que comparte las referencias a la música o Roberto Bolaño pero no les llega a los talones por
lejos.
Su
prosa fluye pero no hay cambios de ritmo, en lo que cuenta no hay
detalles como colores o olores memorables,
apenas hay juegos de palabras, nada de
ambigüedad, ni desenlaces
sorprendentes. Pero no pasa nada, aún así pasé un buen rato. Su gran ventaja es que es
muy fácil de leer y que no te pone triste. Un libro para cuando no se tiene mucha concentración para cosas cargadas de referencias.
Está
narrado desde el “yo, insignificante”,
sumandose así a la moda literaria actual, siempre con un toque
melancólico o de nostalgia/tristeza en el
que se pregunta de porque ciertas cosas se aprenden solo cuando es
demasiado tarde, como por ejemplo apreciar a los padres. Y porque el
amor no dura, etcetera.
Una
rápida visita a wikipedia me confirma la sospecha autobiografica.
Daniel Campos igual que David Trueba es de Estrecho, Madrid, cumple
30 en el año 2000 (casi), el real
igual que el ficticio fueran a un colegio religioso.
Nunca
vi un trabajo cinematográfico suyo pero a lo mejor Trueba (director
y actor) es más de la gran pantalla que de la novela.
Rescato
algunas frases que me provocan una sonrisa:
« Un
hombre solo es como una pelota sin dueño. »
« Dicen
que la mejor prueba de tu ansiedad es cuando tiras de la cadena antes
de terminar de mear »
« El
amor tiene esa divertida forma de poner a hacer gimnasia a la
ilusión. »
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