Es el segundo libro que logré leer en francés, una novela cortita, simple pero contundente. Me reí muchísimo!
Una pareja de jóvenes jubilados, Juliette y Émile profesor de lenguas clásicas realizan su sueño de comprar una casa en el campo para estar solos los dos en medio de la nada, viendo la nieve caer y haciendo su vida domestica tranquila. Solo tienen una casa vecina donde vive una pareja de edad similar, un médico jubilado y si mujer.
Por buena educación se presentan a sus vecino, pero este se revela un antipático de libro, incapaz de conversar, y e ahí en adelante insiste en visitarlos todos los días. La pareja intenta con toda su fuerza e ingenuo librarse de su vecino, pero los acontecimientos descarrilan y hasta conocen a la mujer-monstruo del vecino.
No exagero cuando digo que me reí en cada página. Está muy bien escrito, conciso, hace el punto que quiere hacer sin mucho bla-bla.
El vecino se llama Palamède Bernardin – que nombre, ya.
El libro se pregunta sobre qué es bueno, que es malo, hasta donde estos valores y actitudes correspondientes nos están escritos en la carne y de por vida, de modo que no podemos no abrir la puerta cuando alguien golpea, nos cuesta decir ciertas cosas a la cara, y de qué modo la maldad encuentra su salida también. Cómo nos regulamos en pareja, como nos justificamos frente a nosotros mismos, y si arrepentir y corregirse es posible.
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