Una vez acabadas las novelas de Aira siempre dan ganas de leerlos otra vez para pescar todos aquellos chistes y dobles sentidos que se colaron en la primera lectura.
Esta novela salió una mezcla de temas y de estilos muy buena y muy propia de él. Unos temas de los habituales patentes son los laberintos y códigos- en especial el laberinto de la ciudad damero - como en La Villa y Las noches de Flores donde también hay crimenes, barrios populares, drogas e inspectores locos. Me temo que quien no conoce ninguna de sus otras novelas y quien no conoce Buenos Aires no las disfruta en pleno.
Sus caminos lo llevan hasta la facultad de Ingeneria de Las Heras - grandioso edificio gótico.
Prins trata de un escrito, o ex escritor, exitoso, de novelas góticas y su plan de cambiar su vida con ayuda del opio.
Pues la vida de un escritor de novelas góticas es dura, "El manejo del anacronismo es muy exigente" (81), además uno puede perderse entre tanta sombra, tantos clichés, tantas puertas que crujen en la penumbre. Y, ay, luego de contratar los amanuenses, tanto ocio! Como llenar el tiempo. Y luego está la maldita Realidad.
Este personaje se mueve entre la realidad, la Historia y el mundo de su fantasia, más en el último que es muy grande, o también si se quiere en el sueño, eso no se distingue tan facilmente.
"La realidad es cruel, y no tienen derecho a quejarse los que se aferran a ella con tanta pertinancia" (31-32).
Se queja también de la nostalgia del presente y de la atención que reclama su doncella.
Donde hay Opio? claro, en la Antiguidad, en los barrios del oeste, a los que se llega en el 126.
Cuando le preguntan cuanto Opio quiere, dice al azar y sin arriesgarse:
- ¿Uno?
Aira aplica una mezcla de un humor bruto o burdo, estilo Mendoza o Lorenzo, en esa manera de inventarse personajes caricaturescos, decadentes con desprecio y ignorancia hacia las clases bajas
un humor absurdo en que todo corre mal y hasta el más inverosimil detalle y los personajes hacen hasta el más estupido intento de quedar bien y quien busca un sentido lo busca en vano, y un humor meta-literario cargando contra la industria de edición y el mercado de la litertura de género o subliteratura.
Soy declarado fan de la escritura de Aira. Dicen que hay gente que no la aguanta. Su lectura siempre requiere atención y disponibilidad para seguir los caminos virtuosos y los saltos de tema en tema, de esta vez me decdepcioné un poquito porque había esperado un deselnace más revoltoso y rápido como a los que Aira nos acostumbró. Pero lo leería otra vez.