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05 febrero, 2019

Alberto Olmos - Alabanza (2014)

Esta novela de anticipación, publicada en 2014, está situada en 2019, año en el que la leí, y "año de muerte de la literatura". O murió en el 2013 cuando le dieron el premio Nobel a Bob Dylan? Alabanza es una novela con mucha personalidad. El autor quiere contar muchas cosas a la vez, por lo menos son tres las historias principales: la del escritor/la muerte de la literatura, la historia de amor que liga Sebastian (sin acento) y Claudia y aún el tema de la vida en el campo tan alejado de todo el mundo de hoy. Las tres historias están mezcladas, entreveradas y dependen entre sí, o sea para comprender al escritor tenemos que entender sus asuntos amorosos y su memoria.
Por un lado me gustó, por sus temas que siendo contemporáneos me dicen alguna cosa, por ser fácil de leer, por que me gustó la convivencia de Sebastian y Claudia, por otro lado me molestaron unas cositas. Alabanza es de esas novelas que con 100 páginas a menos podían haber contado la misma historia sin perder mucho y ganar intensidad. 
Tras publicar un
bestseller muy exitoso comercialmente Sebastian es acusado (junto a Internet) de haber matado a la literatura y resuelve volver a intentar juntar unos cuentos "postmodernos", “magistrales”, "de alta literatura" como antes. Y para un escritor matar a la literatura seria como matar a su padre. Para escribir viaja con su novia a un pueblo en el medio de la donde pasar el verano junto a las obras completas de Felisberto Hernandez. En el pueblo de más o menos 20 habitantes solo hay viudas. Poco a poco nos enteramos del dilema del escritor que pasa la mayor parte del tiempo encerrado en el cuarto luchando contra la página blanca o contra la pantalla blanco. Su novia, a la que Sebastian prohibió preguntar sobre qué escribe da largos paseos, trabaja en la huerta y comienza a desesperar porque no hay Internet. En el auto, saliendo de la ciudad la gente se imagina el campo como lugar en que solo hay perversos, atrasados y nacionalistas, el pueblo, la aldea, villorrio como “asentamientos humanos sin internet y con corderos de dos cabezas y abuelas ahogadas.., y mozos ignaros que se masturbaban en sus tractores o follaban con sus gallinas,… y pajares donde la virginidad se perdía o se volvía a perder,.. y gente que se escondía en los desvanes a la espera de que se acordaran de decirles que la guerra había terminado… y caídas de la d intervocálica..”.
Nunca había escuchado de Olmos. Fui a buscar la novela porque se la menciona como novela llave para entender el fenómeno de resurgimiento de motivos rurales en la literatura hispánica reciente, igual que Intemperie de Jesús Carrasco (“Líneas de fuga "neorrurales" de la literatura española contemporánea” de Vicente Luis Mora).

Sebastian, el escritor, propone escribir un libro de cuentos sobre las mujeres que conoció. Se tortura en su aislamiento con la persecución una y otra vez de recuerdos aprovechables exprimirlos y sacarles jugo pero parece que su experiencia con las mujeres a los 40 años no basta. Intenta escribir sobre los culos de las novias, siempre buscando el elemento narrativo núcleo que resumiría todo pero tampoco le sale.
Alabanza abre la pregunta qué es el “material” de la buena literatura (con el que Sebastian podría revivirla)? Para Sebastian está claro que no es la voluntad de mejorar el mundo copiando voces de grupos marginados en la sociedad y de forma políticamente correcta. Será el material formado a partir de la aventura o experiencia, el amor profundo, el doloroso trabajo con la memoria, la confesión?
Me gustó que Olmos se tomó el trabajo para descubrir y describir el balance ajustado con que funciona una relación de pareja que no es un matrimonio pero que ya lleva diez años convivencia. Y me gustaron los personajes, tanto que espero reencontrarlos en las novelas venideras de Olmos, aunque Claudia, que se considera feminista de la vieja guardia, quedó muy perfecta, sabe intuir, escuchar, animar, leer, cocinar y hace todo con cabeza y corazón. Sus únicos defectos son la adicción al porno de internet y su reluctancia en maquillarse y peinarse. Sebastian no consigue asumir que la ama, porque amar o siquiera estar enamorado romanticamente es una construcción ficcional cursi, una estupidez, nadie está enamorado. Tal vez en este sentido, el amor es una idea tan anacrónica como la (alta) literatura? Si bien Claudia intuye que hay algo atrás de este comportamiento, cuando Sebastian le repite una y otra vez y fuera de contexto, que no está enamorado de ella, a ella le comienza a acabar la paciencia.
Ahora las partes que resultaron un poco adolecidas. Aunque al final del libro comprendemos sus motivos y sus fantasmas, el narrador nos recuerda demasiadas veces del fracaso de Sebastian como escritor, de lo fácilmente que se daña y lo difícilmente que se satisface un ego de escritor, del falso y también fracasado mundillo literario y va contando una y otra vez las colillas de cigarro apagadas de sus personajes. Durante mucho tiempo hace del autoestima bajo del escritor que no tiene empatía y su empática novia que lo comprende y cuida el centro del escenario. También repite unos tres, cuatro veces que si bien los cigarros son diferentes, la ceniza es, sin embargo, la misma. Ya lo sabemos.
A través de los recuerdos de Sebastien nos enteramos de su trayectoria que corresponde a lo que más o menos el tipo o el ideal del artista contemporáneo. Es hijo clase trabajadora de provincias que llega a la ciudad donde se emplea en empleos de la más baja categoría y comienza a dedicarse a la cultura como autodidacta y sin poder pagar la facultad, ahí el narrador se explaya sobre los discos que compra, las películas que ve, los libros que saca de la biblioteca. El namedropping de lo que se leía en los años 90 me aburrió un poco. Nos enteramos como participa en concursos literarios de provincia españoles, me acordé de Llamadas telefónicas de Bolaño donde también se describe el mundillo y las peculiares reglas de competencia que rigen estos concursos. Con el tiempo gana algunos, publica su primer libro de cuentos en una editorial ruin y después de un tiempo consigue ser publicado por la editorial RdM, no es Random House pero Resistencia de Materiales que publica algo así como literatura de compromiso o literatura de izquierda. Se da cuenta como el sistema de cuerdas y poleas entre escritores, editores y críticos (menos relevante quizás el público lector) funciona. Es el sistema literario actual y su supuesto fin explicado para tontos. 
El lenguaje de Olmos es muy ambicioso. Por un lado usa un abanico de vocabulario tan grande que tuve que buscar muchas palabras en el diccionario, reyerta, ilíaca, retoño, laucha, trameya, hortera, melopea, trifulcas, lenitivo, gamberra, por otro lado Olmos tiene el vicio de repetir mucho algunas expresiones, en concreto dos: “a buen seguro” aparece insoportables veces, también “amén de”, no sé si es porque el castellano de España no me es lo suficiente familiar para que no me resulte extraño o si realmente recurre demasiado a estas dos expresiones y también al diccionario de sinónimos. Sus largas frases encajadas con hífens me enervaron un poco. Con todo, prefiero una escrita así a una escrita plana que se limita a 200 palabras y frases de una linea.
El defecto del narrador de decir y después repetirlo en otras palabras es solo una cara de su extensión, porque la otra cara, la de poder estar inmersa en una novela por una semana entera y no por apenas dos días y que la lectura fluye, no exige mucha concentración pero tampoco está para bobos, me causa (cierto tipo de) placer literario.
Pero en fin creo que es grande novela! Recomendable!

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