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25 febrero, 2019

Iosi Havilio - Opendoor (2006)


El narrador sigue a las andanzas de una chica, una ayudante de veterinaria, primero por Buenos Aires ciudad, después por la provincia. Ella se deja seducir por una mujer desconocida, duermen juntas, se quedan a vivir juntas, salen, ella fuma porros con unos chicos jóvenes desconocidos en una esquina mientras la otra entra en un bar para mear, así se pierde la amante entre la gente. En la misma noche, ella presencia un suicidio en la Boca y la otra no aparece más. Ella va y duerme en un hotel, después se queda un tiempo en la granja, donde atiende a un caballo enfermo. Sin preguntarse sobre su presente o futuro, sin pensar se envuelve con Jaime en la estancia y se queda a vivir. Todo acontece casual y distraídamente. 

Es una novela que no encaja en moldes, pensé que era una novela "sobre el campo" o algo así, y por el medio se pone un poco como novela policial. Pero no es. No aparece el cuerpo de la chica desaparecida, en cambio aparecen otros cuerpos sacados del Riachuelo. Se insinúa que la idea que tenemos de la inocencia de la protagonista puede ser muy parcial. Ella duerme mucho y tiene sueños raros, a veces se desmaya, duda de la verdad de su testimonio  en este caso de justicia en que se ve envuelta. Esta confusión se debe a la perspectiva del narrador que la sigue a ella, pero no explica.

Con esta trama, el tema de la novela es otro. Creo que como tema central se imponen las diferentes relaciones de amor que la protagonista establece, en este mundo del post-neoliberalismo desencantado, la falta de sentido, la falta de una "narrativa" que sentimos los jóvenes, o como se lo quiera llamar. En la contratapa de la edición de Caballo de Troya lo llaman "Sálvese quien pueda". Sin embargo, no parece haber grandes amenazas, todo parece normal. Si tuviera que resumir en una frase de que va el libro diría que de las distorsionadas formas de vida contemporáneas.

El centro de la novela es la chica sin nombre, su libertad y sus límites. Ahora vive en el campo con Jaime el hombre bastante más viejo, buena gente, un tanto ingenuo tal vez o resignado, sin técnica en el amor. Pero le da seguridad. Y con una nueva amante, Eloísa una quinceañera ávida por la vida y "medio loca". Ahí en el campo es normal que los hombres viejos tengan novias adolescentes.

Al lado está el loquero Open door, pueblo dentro del pueblo, fundado en el siglo XIX segundo ideas liberales franceses como una colonia sin muros donde los locos trabajan, cultivan la tierra, todo a su ritmo. Todo eso adiciona un toque de locura, o mejor, de la proximidad de la locura, o de locos sueltos, a la novela.

La subjetividad central es lo que más me interesó en el libro. Nunca sabemos el nombre de la protagonista, ni como se ve, ni cuantos años tiene (pero parece estar en sus treintas), ni que hacía antes de su vida. No es que no tenga empatía o autoestima, pero se deja flotar en su existencia, se deja seducir, por otro lado parece una persona bien práctica, que se sabe cuidar y sabe defender pero que tiene episodios depresivos. 

Hay varios temas que se rozan pero no se desarrollan: primero, la gente quizás alienada o mal adaptada, un poco raros, pero dentro de lo que seria considerado lo normal, como Yaski el empleado de la morgue municipal con el mellizo loco y segundo, una cierta violencia del campo (jóvenes en moto, borracheras, escopetas, el sexo y la droga como válvula de escape..) pero que quizás es menor que la de la ciudad. No se sabe. La narración también se deja llevar, no hay muchos acontecimientos concretos que pasan uno y después otro, no hay una curva de tensión que se mantiene por el libro hasta el desenlace. Por momentos cerré el libro porque me deprimía. A pesar de tener un estilo que me gusta, y un abordaje a contar que me parece original, por esa falta de un acontecimiento central, al final la novela no me gustó tanto que esperaba que me gustase.


P.S.:

El pueblo de Opendoor existe y queda en la provincia de Buenos Aires en la zona entre Pilar y Luján, cuando estuve en Argentina conocí algo de las localidades General Rodríguez y Los Cardales, así que me pude pintar los escenarios en la cabeza con imágenes propias del paisaje.

Es raro ponerse a buscar la cara del escritor en internet. Muchas veces no me interesa, no la quiero ver. Cuando la veo por casualidad, a veces me destruye la idea que tuve de él. No que importe mucho si la novela me gustó por ella sola, pero la idea del autor sigue existiendo por ahí subrepticiamente. Me pasó, por ejemplo, con Alberto Olmos y Ariel Magnus. En cambio otros sorprenden con lo simpáticos que me caen, con los pies en la tierra, sin posar, o decir boludeces, o justamente por las boludeces que dicen, como me pasó con Carlos Busqued y como es en este video en el que el autor de Opendoor muestra su biblioteca.

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