Este libro fue un regalo de cumpleaños que mi amigo Fran me hizo, hasta me lo consiguió en alemán. Le dio el clavo en la cabeza porque acertó con el tema, que ni yo sabia que me interesaba.
Fue editado por la National Geographic en una edición con fotos. Es la historia real de un profesor universitario de filosofía que compra un cachorro de lobo con la edad de seis semanas y vive más de diez años con él. No es solo la historia de la convivencia, autobiográfica, más que eso es el relato de las aprendizajes que hizo el dueño gracias al lobo, aprendizajes de vida, o de filosofía. El señor bicho se llama Brenin y llega a hacer 90 cm de altura y 68 kilos de peso. Le dicen que es 96% lobo y 4% perro, genéticamente hablado, aunque no tiene forma de comprobarlo, no tiene papeles.
En el momento de la compra Mark Rowlands tenía apenas 24 años, ya era profe, jugaba al Rugby profesionalmente y frecuentaba fiestas estudiantiles. Venía de una familia que siempre tuvo perros y también perros “problemáticos”, quiere decir perros rescatados de la perrera, perros que nadie quiso, dogos grandes con hábitos raros como, por ejemplo, de no dejar la gente salir de una habitación.
Escribe un poco sobre las diferencias entre perros domesticados y los lobos. Parece que es inevitable que una vez que tienes un lobo deprecias a un perro que corre atrás de una pelota. No tiene nada que ver. Pero más que sobre perros y lobos sus pensamientos siempre vuelve a las diferencias entre humanos y animales. Y ahí ya entramos terreno filosófico. Ejemplificado, o simplificado el asunto, habla de “monos” y “lobos” y se pregunta cuales son las diferencias más grandes de estos dos tipos de mamíferos sociales que se desarrollaron en la evolución. (que las respuestas que encuentra son las destrezas de la malicia. La intriga, el complot, el cálculo, (por ejemplo, la capacidad de pensar que “el otro ve que yo veo que esta haciendo por tanto se lo oculto y finjo otra cosa”) que caracteriza los monos y que llegan a formar la inteligencia y racionalidad del humanos. Bueno, Rowlands lo explica mejor que yo lo puedo.
A lo largo de los años el lobo lo acompaña en sus mudanzas, de Estados Unidos a Irlanda, a Inglaterra, a Francia. En algún momento el filosofo decide que Brenin necesita compañía canina y adopta a Nina, pastora alemana cruzada con Malamut (una raza de perro cercana al lobo, tipo un Husky de Alaska) y un poco después llega Tess, hija de Brenin con madre de pastora alemana blanco. producto de la única (me sorprende) fuga de casa de Brenin en toda su vida. Con la jauría completa, Mark Rowlands sale todos los días a correr muchos kilómetros.
Para la educación del lobo, Rowland elige el método desarrollado por Koehler. Pero, como cuenta, el lobo no necesita mucho trabajo de entrenamiento, se porta bastante bien, va sin correa siempre al lado del sueño, hasta entre ovejas y vacas, solo ataca perros machos suficientemente grandes para ser enemigos dignos y de esos hay pocos. Su defecto más grande es que destruye todo cuando esta solo en casa. Cuando otros perros traviesos pueden sacar, por ejemplo, almohadas del sofá al jardín, Brenin intenta sacar el sofá entero. Pero con otras personas se porta muy bien, es cuidadoso con los niños, distingue entre amigos y enemigos.
Sus pensamientos filosóficos entreverados tocan temas como “lo malo”, la suerte, felicidad, euforia y peligro, la muerte, los lobos en la mitología, la noción del tiempo, entre otros. Pasa brevemente por diferentes pensadores, por ejemplo, Thomas von Aquin, Hannah Arendt y la banalidad de lo malo, Hobbes, el contrato social y los obvios fallos de esta teoría, John Rawls noción de lo justo, la moral, Nietzsche con disciplina y libertad, Sartre y el existencialismo, Epikur, Wittgenstein, Heidegger. De a ratos parece que estamos leyendo una introducción en filosofía de nivel escuela secundaria, pero no es por eso menos interesante, porque el lobo hace que la teoría parezca vívida. (Mentiría si dijese que toda la teoría que menciona me es bien familiar).
En las partes más autobiográficas del libro, nos cuenta Rowlands de que a medida que se hace más viejo, prefiere cada vez más la soledad, estar acompañado solo de sus perros, escribir, se vuelve un tanto misantrópico.
Escribe sobre los derechos de los animales, publica Animals Like Us (2002). Ahí recomienda el libro Adam’s task de Vicky Hearne, un libro escrito por una entrenadora profesional de animales que tiene educación avanzada en Humanidades, filosofía y lingüística e intenta conectar las ciencias (sociales) con los conocimientos del mundo del entrenamiento de animales que habla otro lenguaje, que estoy leyendo ahora y que me abre horizontes de pensamiento. (Reseña en breve!).
Hay algunas opiniones o actitudes que yo personalmente no comparto, por ejemplo se niega a dar carne a su lobo (pero le da atún), pero nada tan grave que me retenga de recomendar su libro como uno que se puede disfrutar y que valga la pena.
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